La floreciente industria

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por:
Cartas al director
JOSÉ MANUEL BELMONTE / Guadalajara
Dejar por unos días, el calor del hogar para ir a pasar éstas fiestas en familia, permite que el corazón recobre las raíces del cariño, y descubrir los horizontes de gentes que viven y luchan en regiones no tan lejanas. He podido escuchar o leer, mensajes de navidad de otros responsables, todos con el noble intento de enmascarar los daños y los males de 2009, y aventurar su deseo para el 2010. Pongamos que hablo de Cantabria, cuyo responsable autonómico visitó al Presidente del Gobierno, la víspera de la Nochebuena.
Decía Revilla en su mensaje: “Estamos construyendo un nuevo modelo productivo, cuyo objetivo primordial es impulsar la creación de empleo y la modernización de Cantabria, mediante un crecimiento equitativo, sostenible y eficiente. Y lo estamos haciendo con un firme impulso a tres grandes potencialidades que tenemos ante nosotros: el conocimiento y la investigación, las energías renovables y la industria del lenguaje”.

Y es el tercero de estos frentes o “potencialidades”, el que me ha causado una verdadera extrañeza. Una región, próspera, admirable, con un PIB bastante aceptable, pero con más de 40.000 parados, con un sector agropecuario en lucha por el precio de la leche, con un sector pesquero con dificultades, la construcción en recesión, como en toda España, y con los trabajadores de las diferentes industrias, viendo peligrar sus puestos de trabajo, sale su presidente hablando de una “nueva industria”. ( Se refiere a Comillas).

Pero es que es verdad. Hay un malabarismo, para impulsar “anímicamente” al país, y a cada una de sus regiones, apoyándose en esa “industria” que no contamina pero puede llegar a intoxicar.

Ni en Castilla-La Mancha, se habló de “industria del lenguaje”en el año del Centenario del Quijote, y fueron muchos y variados los fastos y dispendios. Ni los Académicos de la Lengua, con la Nueva Gramática, han hablado nunca de “industria del lenguaje”.

Ello induce a pensar que el acento debe ponerse en el “lenguaje”. Es posible que Revilla, una vez más no esté muy equivocado, y por eso se permite seguir trayendo anchoas, y sobaos, y quesadas, y lo que le de la gana, a su amigo de Madrid.

Es la ingeniería del lenguaje. Hay una industria floreciente, extendida por todo el territorio: “la industria del lenguaje”. Consiste en llamar “recesión” a lo que es “crisis”.

Es llamar “políticas activas”,o “redistributivas” a lo que es “subida de impuestos”. Es “decir que estábamos en la champions”para afrontar la crisis, y después, ver que en realidad estamos “en la cola de Europa”.

Es hacer promesas sociales y de “pleno empleo” y que al año superamos el drama de 4 millones de personas en paro. Es anunciar ya desde 2008 el inminente fin de la recesión, y los “brotes verdes”, cuando los analistas hablan de que el 2009 ha sido horrible y el 2010, posiblemente sea más negro.

Es inventar la “memoria histórica” para re-escribir los acontecimientos. Es sacar de la chistera “la economía sostenible”, cuando la economía no se sostiene y tenemos un déficit, que tardaremos muchos años en corregir sin que ninguna administración se le ocurra simplemente no despilfarrar y apretarse el cinturón. Es llamar “antipatriota” a quien no está acuerdo con unas medidas no consensuadas.

Es decir que nuestras fuerzas armadas, están “en misiones de paz”, como ONGs con tanques y ametralladoras.

Es dar dinero a los Bancos y entidades financieras, y permitir que éstas cierren los grifos de hipotecas y créditos a quien lo necesita. Industria del lenguaje es, cuando los políticos se llaman “corruptos” unos a o otros, y la realidad el ciudadano considera “a los políticos como la tercera de las preocupaciones más importantes”.

Cuando se llama aumento de la libertad al intervensionismo y al recorte de libertades; cuando las minorías se imponen a las mayorías, y los sindicatos se alinean –por dinero- al lado del que manda, es industria del lenguaje.

Es perversión del mismo llamar “interrupción voluntaria del embarazo”a lo que es un “aborto”. Que una ministra llame “ser vivo” a lo que es “un ser humano”.

Es perversión del lenguaje llamar “derecho” de la mujer atentar contra la vida del ser que lleva en sus entrañas. Verdaderamente hay una “industria del lenguaje”, y no contamina como el carbón, pero nos está asfixiando y envenenando. Desde el lenguaje y la semántica, esta “industria” está afectando a la forma de pensar y actuar de mucha gente.

Y lo peor es que contra las industrias y energías contaminantes, y el cambio climático se lucha, pero contra la intoxicación del lenguaje y el adoctrinamiento, ni abrimos el paraguas. ¡Con la que está cayendo! La “industria del lenguaje”, es tal vez la industria más floreciente del país.