Colorín colorado este cuento se ha acabado

11/05/2014 - 19:35 R. Martínez

Ocurre cuando las cosas no dependen de uno mismo, cuando el devenir de los acontecimientos no está en tus manos sino a expensas de otros. Para acceder al play-off de ascenso, el Depor necesitaba vencer su partido ante el San Fernando –logrado en el minuto 35– y esperar un triunfo del Cacereño, que no se jugaba nada, ante un Cádiz rabioso de ascenso.

Los jugadores del Deportivo eran conscientes de lo quimérico de la empresa (por la parte del Cádiz) y aún así hicieron sus deberes con asombrosa honestidad, sin atender a cuanto sucedía o dejaba de suceder en Cáceres. De ser el último encuentro, querían al menos brindar un buen espectáculo a su afición y agradecer de ese modo el apoyo recibido tanto en la Liga como en la Copa Federación. Así pues los goles morados fueron cayendo paulatinamente ante el desazón de un San Fernando que se desangraba poco a poco a medida que certificaba su descenso. Sin embargo, no hubo giro inesperado de la providencia en Cáceres y en el minuto 82, para más inri, se adelantaba el Cádiz. En ese mometno, los transistores se apagaron y el silencio se instaló en el Escartín.
 
Inicio de la goleada
Hasta entonces todo había sido algarabía, disfrute y esperanza. Después de un carrusel de ocasiones marradas por ambos bandos (Zazo del Depor, Cristian y Carlitos del San Fernando) en el inicio, al fin llegó el 1-0 pasado el minuto 19. En los prolegómenos del choque, Quique había recibido el Balón de Oro regional. Quiso hacer participe de ese galardón a todos sus compañeros con la debida instantánea. Y a renglón seguido, para demostrar su compromiso con el equipo y su categoría como goleador, regaló el 1-0 a Javi López. El pucelano inició el jugadón por el costado izquierdo yéndose de Iván como si nada. Una vez dentro del área, cualquier killer obsesionado con marcar habría chutado a puerta, él no. Ganó la línea de fondo y esperó la llegada de Javi López, que no tuvo más que empujar la pelota al fondo de la red. Después Zamora evitó el 2-0 del delantero pucelano en un disparo acrobático casi sin ángulo pero su gozo en un pozo al marcar Moyano en el saque de esquina lanzado a continuación.
 
Sinceramente al cuadro isleño le faltó sangre o en su defecto no tener la de un koala. Ni achuchaba ni intentaba maniatar al Depor, simple y llanamente se dejaba llevar como si no le fuera el descenso en ello. Así llegó el tercer tanto, el de la sentencia tanto de la victoria local como del descenso andaluz. Rubén Arroyo, muy participativo hasta el momento, alcanzó el premio del gol con un disparo seco con el exterior de la bota que se coló pegando al poste de la meta de Zamora. De ahí al descanso, Jorge pudo haberle dado algo de emoción al asunto tras peinar una falta lateral claro que también habría sido más dramático el posible 4-0 de Javi López solo repelido por la cruceta. Con todo el pescado vendido dio inicio el segundo tiempo. Los locales, con el rabillo del ojo apuntando al Estadio Príncipe Felipe (continuaba el 0-0); los visitantes, visiblemente afectados, resignados y renegando. A esas alturas, los de Salvachúa tenían más fútbol y más estómago.
 
Al contragolpe llegó el cuarto, en el minuto 65, obra de Toledo tras una sensacional asistencia de Arroyo. Y ya solo faltaba la guinda, el gol merecido del pichichi Quique, caído desde el cielo a falta de un cuarto de hora para la conclusión. El Escartín se puso en pie y se quitó el sombrero ante su ídolo, quién sabe si por última vez. Posteriormente, el gol de Dioni para el Cádiz corrió como la pólvora por la grada cundiendo el desaliento.
 
Ha sido un año complejo para el cuadro deportivista. Los pleitos por el descenso administrativo, la derrota ante el Ourense, los jugadores y Salvachúa enfrascados en no hacer de esta una campaña de transición... Y al final, quintos en Liga y finalistas de Copa. Puede quedar un sabor agridulce pero analizando fríamente los acontecimientos, seamos francos la temporada es de notable alto.