La capital acoge la primera manifestación antitaurina que tiene lugar en Guadalajara

16/10/2010 - 00:00

En torno a 150 personas se han manifestado desde Santo Domingo a la plaza de toros de Las Cruces, en la que ha sido lla primera marcha antitaurina que tiene lugar en la capital y en la provincia de Guadalajara. Convocada por Ecologistas en Acción y con la participación de otras asociaciones animalistas como la Fundación Econanimal, Pacma y la Coordinadora Verde, el principal objetivo de la misma fue reivindicar la abolición de la tauromaquia y de los distintos festejos taurinos que se celebran en la provincia, prácticas que consideran crueles, violentas y que vulnerar los derechos de los animales, además de un negocio en el que sólo se lucran unos pocos.
Apenas cinco o seis personas protaurinas increparon a los manifestantes, sin que se registraran más incidentes
Hacia las 12.00 horas, como estaba previsto, un buen número de seguidores del movimiento antitaurino fueron concentrándose en la plaza de Santo Domingo, con numerosas pancartas y mensajes reivindicativos, además de varios perros, que se sumaron a la marcha. Poco después, de forma pacífica y levantado la voz al grito de consignas como “Tauromaquia abolición” o “...”, los manifestantes partieron de la plaza en dirección al paseo del Doctor Fernández Iparraguirre. Aunque el recorrido se desarrolló sin incidentes, un grupo de apenas cinco o seis personas protaurinas increparon a los manifestantes, insultándoles, a la altura de la plaza de San Ginés, al inicio del paseo de Las Cruces. Al margen de la poca tensión que supuso la situación, la marcha se desarrolló sin problemas hasta su llegada al coso de Las Cruces. Allí, colocados bajo una de sus puertas principales, donde todavía se podía observar el cartel taurino de las pasadas Ferias y Fiestas, se dio lectura a un manifiesto, que fue leído por el actor y portavoz de la Coordinadora Verde de Madrid, Ramón Linaza. En él, Linaza volvió a exigir la abolición de la tauromaquia, “una tradición europea que se ha abolido ya hace 200 años en la inmensa mayoría de los países europeos y que en España es un residuo anacrónico y cruel, incompatible con la ética del siglo XXI”.