Las rondas navideñas sacan la celebración a la calle y recuperan el cancionero popular

02/01/2012 - 13:23 Sonia Jodra

 
   En la ciudad en la que no transitaban tantos coches. La puertas de las casas estaban abiertas y, a pesar de las estrecheces económicas, siempre había un dulce para compartir entre risas y villancicos. Aquel ambiente de la Guadalajara de los 60 y los 70, plagada de personas llegadas desde los pueblos de la provincia a tenor del desarrollo industrial del Corredor, intenta hoy resucitar. Varios grupos de la provincia han apostado por proteger la tradición de las rondas navideñas y los villancicos de la tierra. En Guadalajara, la Ronda del Alamín y la Ronda de la Alegría impulsan con fuerza esta forma de vivir la Navidad.


  En los últimos días circula por las redes sociales una especie de hashtag que dice: “No eres de Guadalajara si no...”. La frase podría terminar con un “si no conoces la canción del torito de la Ronda del Alamín”. El gran éxito de este grupo musical forjado en uno de los barrios más populares de Guadalajara da buena cuenta del resurgimiento que en los últimos años ha tenido la música tradicional navideña. Saber tocar la zambomba hoy en día es un privilegio y conocer las letras de los villancicos autóctonos todo un lujo. Bares, residencias de mayores, ayuntamientos e iglesias programan en sus propuestas festivas de estos días la actuación de alguna de las rondas de la capital o de la provincia. Media vida lleva la Ronda del Alamín ambientando la Navidad de la capital. Manuel Garcés, con su almirez, Ángel Calvo, con la botella de anís, José Calvo con la zambomba, y Mariano García, con su garganta, interpretan los temas más conocidos del cancionero, acompañados de la acordeonista Begoña Larrañaga.

  En estos 25 años el núcleo de la ronda se ha mantenido, aunque el tiempo ha hecho que incluso una de las personas que participó en el grupo en los orígenes haya fallecido. Aún así, la esencia se mantiene. “Nosotros seguimos haciendo lo mismo de siempre”, asegura Mariano García. Cuando eran más jóvenes el ambiente navideño del barrio era “impresionante”. Los grupos de chavales pasaban el día cantando de casa en casa, “incluso la gente se molestaba si no pasabas por la suya”. La calle era un auténtico bullir de gente, deseosa de celebrar las fiestas a golpe de zambomba y almirez. Grupos de siete u ocho amigos acudían a las casas a pedir el aguinaldo, mientras el ritmo de los villancicos inundaba las calles. “La gente subía y bajaba por la empinada cuesta del Alamín”, cuenta Mariano, mientras el bar El Chato se convertía en centro de reunión para el resto de los vecinos.

  De aquella época, Mariano García recuerda también otras celebraciones, como la verbena que se celebraba en el barrio la semana después del Corpus. “El Alamín era uno de los barrios más poblados de la ciudad”, asegura. José Antonio Alonso, músico y experto en el folklore provincial, propuso a este grupo de amigos grabar un casette. Fue entonces cuando la fama del grupo alcanzó a todos los rincones de la ciudad y sus canciones llegaron a muchas casas y bares. De aquella experienci apenas quedan algunas cintas de muestra, el resto se han ido vendiendo poco a poco. Se grabó el 29 de noviembre de 1986 y su elaboración reportó 600 pesetas a cada uno de los componentes del grupo. Dos décadas después, en la Navidad de 2006, veía la luz ‘20 años no es nada’, un doble disco con villancicos y temas tradicionales.

  El disco contó con el apoyo del Patronato de Cultura, y con él la Ronda del Alamín quiso rendir un homenaje a los amigos desaparecidos, como Moisés Valderas, componente de la Ronda, el zambombero Víctor Leganés, Juan ‘El Tapicero’, fabricante de zambombas, Emilio ‘El Chato’, cuyo bar era el centro de reunión, y Javier ‘Javi’. El Patronato editó 2.000 ejemplares, que a estas alturas están ya más que vendidos. Con o sin disco en el mercado, la Ronda del Alamín quiere “seguir viviendo la Navidad” como siempre.

  Les gusta salir por los bares, cantar en las calles de su barrio y acudir allí donde les llaman. Este año, incluso la Fundación Club Siglo Futuro ha querido contar con ellos en uno de sus principales actos navideños. La Ronda de la Alegría También en el entorno del barrio del Alamín surgió hace ya 11 años, en el 2000, la Ronda de la Alegría. Un grupo liderado por Andrés Hita Roldán apostaba entonces por recuperar parte del folklore perdido y por impulsar la tradición de las rondas navideñas en las calles de la ciudad.

  Actualmente 13 personas forman parte de este grupo, que utiliza sartén, losa, zambomba, almirez, huesera y otros tantos instrumentos más en sus actuaciones. Éstas no sólo se limitan a la época navideña. El resto del año desempolvan el cancionero más tradicional con jotas, seguidillas y otros temas autóctonos. Todos los jueves los miembros de la Ronda La Alegría tienen una cita para ensayar en las instalaciones de la empresa Eurohigiene, en la calle Zaragoza. “Somos autodidactas”, asegura Andrés Hita.

  En torno al 7 de diciembre, la Navidad comienza cada año para la Ronda de la Alegría con el festival que organizan ellos mismos, y al que invitan a grupos amigos. Este año participaron las rondas de Lupiana, Azuqueca, Alamín y Sangre Castúa. Tras la actuación de las rondas participantes, todos salen a la calle con su música, para acabar en la plaza donde se encuentra su sede y disfrutar de una velada de música y fraternidad.

  Desde hace tres años la Ronda de la Alegría está constituida legalmente como una asociación cultural. La preside Andrés Hita, con Tomás Martínez como vicepresidente y Nacho Martín como secretario. Los tres forman parte del grupo de fundadores de la Ronda. En el grupo no hay ánimo de lucro. En las actuaciones sólo reciben donativos para cubrir los gastos de desplazamiento y sus canciones han llegado ya a numerosos pueblos de la provincia; Chiloeches, Moratilla de los Meleros, e incluso la vecina Alcalá de Henares han recibido la visita de estos amantes de la música tradicional. “Huímos de los concursos”, explica el presidente de La Alegría, “el tema económico ha sido la ruina de muchas rondas”. Entre sus miembros hay dos niños, por lo que creen que el futuro de la formación está medio asegurado.

  De momento, las actuaciones se les agolpan y en fechas como las navideñas, los miembros de La Alegría dejan un poco a un lado las obligaciones familiares y laborales. Residencias de mayores, certámenes, bares del barrio... cualquier lugar es óptimo para cantar a la Navidad. Después de tantos años, Andrés recuerda los duros inicios, “había días que no venía casi nadie a ensayar y había que llamar por teléfono a la gente”. Entre la larga ristra de anécdotas, Andrés recuerda una actuación en Peñalver, donde las mujeres les acompañaron hasta el coche, que lo habían aparcado a las afueras del pueblo. “Donde vamos, siempre somos los últimos en irnos”, explica. “Y siempre procuramos hacer honor a nuestro nombre”.