La ONU se moja en Libia

18/03/2011 - 00:00 Antonio Casado

Espero que cuando se publique este comentario se haya empezado a aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que autoriza el uso de la fuerza militar en Libia. Ya no podemos hablar de medida disuasoria, como en un principio se pensó. No queda tiempo porque las fuerzas leales a Gadafi están a las puertas de Bengasi y la población civil debe ser protegida frente a este delincuente internacional. En semejantes términos viene redactada la resolución aprobada al borde de la medianoche del jueves (hora española): luz verde para usar los medios "que sean necesarios". Sólo se excluye la invasión terrestre, como si fuera el Séptimo de Caballería, o mejor, a imagen y semejanza de lo ocurrido en Irak en 2003. Lo que se fija con carácter inmediato es la llamada zona de exclusión aérea, que básicamente consiste en prohibir los vuelos sobre Libia (es decir, los cazas de Gadafi) con el fin de proteger a los civiles (es decir, para darle cobertura a los insurgentes).
   Por fin, las llamadas Naciones Unidas han evitado el ridículo que estaban a punto de hacer. Con Gadafi a punto de entrar a sangre y fuego en Bengasi (no como Franco, que entró sin disparar un solo tiro en Madrid porque le abrieron las puertas desde dentro y, por tanto, fue una entrada negociada), los quince miembros del Consejo de Seguridad de la ONU todavía seguían discutiendo sobre galgos y podencos. Al final se impuso el sentido común y la balanza se inclinó hacia el lado de los valores. Eso nos remite al deber de injerencia de la comunidad internacional por razones humanitarias. Viendo cómo reaccionaron los libios de Bengasi al conocer el desenlace de la votación que daba luz verde al uso de la fuerza, nadie puede sostener seriamente que la comunidad internacional se mete donde no la llaman. Ha sido justo al revés.
   Y por eso también es importante el llamamiento previo que habían hecho los países de la Liga Árabe para poner fin a la desigual batalla de Gadafi frente a un pueblo con hambre atrasada de libertad. Bengasi es el último bastión de los rebeldes. Y también último obstáculo que se interponía ante Gadafi para restablecer el statu quo de los últimos cuarenta años, basado en el silencio cómplice del civilizado vecino europeo a cambio de petróleo y generosas inversiones. Esta vez, insisto, los intereses han dado un paso atrás frente a los valores. No hubiera sido tolerable convertir de nuevo a la ONU en lavatorio de manos ante un caso flagrante de crímenes contra la Humanidad. Aunque con un cierto retraso, es una excelente noticia la aprobación de esa zona de exclusión aérea, con autorización para aplicar la medida de inmediato. O la expresa autorización "a los miembros de la Liga Árabe y otros Estados a tomar las medidas necesarias para proteger a los civiles y objetivos civiles en Libia". Amén .