Del pianista en el burdel

11/11/2013 - 00:00 Pedro Toledo

 
   
 Ginger Rogers, pasó a la historia del cine, por ser la compañera habitual de reparto de Fred Astaire, con quién se echaba unos bailes en pantalla, entre fracaso y fracaso matrimonial (coleccionó hasta cinco) y por obtener un Óscar interpretando a Kitty Foyle en “Espejismo de amor” (1939). Película basada en la novela homónima de Christopher Morley. Este periodista y escritor, solía decir que había “queleer todos los días algo que nadie más leyera y pensar cada día, algo que nadie más pensara, puesto que, formar parte de la unanimidad, era malo para la mente”.Hemos de suponer, que cuando decía esto, no lo hacía pensando en nuestros políticos. Aunque para ser sincero, creo que ni siquiera su mordaz ingenio, alcanzaba para llegar a pensar en un personaje político (perdón por la redundancia, porque hoy ser político sin ser un personaje es un imposible) como Juan Ignacio Wert, al que parece ser, le hubiera gustado, ser un “pianista en un burdel” (ver su debate en la web de la Universidad de la Rioja). Este señor (perdón, que me da la tos), es el mismo que decía, que, como buen morlaco “se crecía con el castigo”, o el que hablaba de españolizar Cataluña (lo pongo con ñ puesto que estoy escribiendo en español si lo hiciera en catalán usaría la “ny”)como un siglo antes, había intentado, con similar éxito, Unamuno con Europa.Pido perdón nuevamente, esta vez por juntar en una frase, al sin par de Don Miguel, con el sin…. de Don José Ignacio (lo de los puntos suspensivos, que cada quién o cada cuál interprete bajo su propio criterio).
 
  Pues este personaje, cuya mente, (por volver a Morley) forma parte de la “unanimidad” más plana y ramplona, es capaz en su incapacidad,sin ningún reparo y sin despeinarse (tanto él como yo, tenemos el mismo corte de pelo)de intentar recortar, con alevosía, a traición y una vez iniciado el curso, las becas Erasmus. Y más a más (como dicen por ahí), se atreve a defender, con su peculiar altanería e impetuosidad, dicha medida por la mañana, para argumentar lo contrariopor la tarde. Todo ello claro está, tratándonos de hacernos creer en un “donde dije digo, digo Diego” que ha salvado él y su departamento, dichas becas con una genial iniciativa. Esperemos, que de una vez por todas, el insigne y atemporal Don Mariano, se pronuncie ydecida algo (para variar) al respecto deeste sociólogo, que está metido en una cartera que le viene muy grande y que en su pequeñez, nos la está intentando meter a todos (la estocada, quiero decir), hasta donde pone Toledo. ”.