De los regalos navideños

16/12/2013 - 00:00 Pedro Toledo

 Entre dimes y diretes nos hemos plantado a mediados de diciembre. Diciembre, que como cada año, nos trae la Navidad. Con sus villancicos martilleándonos la cabeza. Sus comilonas, para mayor regocijo de nuestro colesterol y transaminasas. Sus lucecitas por doquier en esos centros comerciales atiborrados de gente. Gente que intenta no gastar, pero que termina cayendo en el lado tenebroso de la fuerza. Fuerza que normalmente da la Visa y la esperanza del Gordo. Ya sea de Navidad, del Niño, de la ONCE o de la porra del bar del pueblo. Ya vendrá enero con su cuesta, con sus buenos principios, con su dieta y con el cargo de la tarjeta de crédito. Cargo que suele traer de la mano el descubierto en la cuenta. Y este a su vez, la llamada enojada del director de nuestra sucursal. El mismo, que cuatro días antes, nos ha estado haciendo la pelota, para que “echemos” cuartos al plan de pensiones. Normalmente con el señuelo de “no veas lo que te ahorras en la renta”. Cuando no nos ha vendido la típica cubertería o vajilla de casi doscientos napos, que nunca hubiéramos querido comprar, pero “total, pagas 15 eurillos al mes y das una alegría en casa”.
 
  Alegría que no es tal, porque los plantos tienen los cantos bañados en una imitación de oro barato y no se pueden meter al microondas porque echan chispas. Además hay que lavarlos a mano, porque el lavavajillas los estropea. Pero de momento, no pensemos en estos problemas y pensemos en otros que se nos vienen encima en estas fechas: los regalitos. Que fastidio, donde no llega Papa Noel, llega Santa Claus, la Tronca de Nadal (en casa de mis suegros es un clásico) o los Magos de Oriente. Regalos para la suegra o para el cuñado cansino, por arte del amigo invisible. Aunque también hay much@ rata por ahí, que reciben jabugo y devuelven chope del barato y medio caducado. Por resumir, un dispendio de tiempo y dinero, que nos agobia sobremanera.
 
  En especial a aquellos que como yo, que oímos la cantinela de “tenemos que comprar los regalos” y nos empiezan a temblar las “canillas”. De igual forma que les ocurre a mis rivales en el mus, cada vez que han de retroceder ante un revoque y escuchan de mis labios el “ya están aquí los Reyes Magos, cargaditos de regalos…”. Con lo que igual que les digo a ellos, que disfruten de la partida, porque la tienen perdida, a vosotros os diré que disfrutéis de la Navidad, porque en enero, también la tendréis perdida. Por suerte, perdida de vista. Que la fuerza os acompañe.