Intimidación

16/01/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Los altercados – que no “atentados”, señora Botella – han provocado la paralización temporal de las obras emprendidas por el Ayuntamiento de Burgos en el barrio obrero del Gamonal. La propia empresa ya había comunicado el lunes su decisión de parar. Tras un fin de semana de contenedores de basura quemados, casetas de obra destrozadas y lunas de sucursales bancarias rotas, la decisión del alcalde parecía casi obligada. Ningún bulevar, por muy importante que sea para una ciudad, puede hacerse con la oposición de los vecinos. Y menos imponerse a ciudadanos indignados, que consideran la inversión de 13 millones de euros como un lujo innecesario, una provocación y un derroche. Es lógico que los damnificados por la crisis consideren prescindible la obra, sobre todo si se tiene en cuenta la tasa de paro del barrio y la precariedad en la que viven muchos de sus vecinos. Detrás de las protestas, hay causas más profundas que deberían hacer reflexionar a nuestros políticos. Los sucesos de Burgos no están sólo motivados por la instalación de un parking de pago, ni por el trazado de una nueva zona peatonal. La reacción airada de los ciudadanos, sean de Burgos o de Alpedrete, la provoca una situación económica y social que comienza a ser insostenible.
Después del viaje de Mariano Rajoy a EEUU – nada que ver con la famosa visita de la familia Zapatero a la Casa Blanca -, el optimismo renace en las filas populares. Washington avala las reformas económicas y el infravalorado “liderazgo” de Rajoy. España vuelve a estar en la agenda de inversores y empresarios extranjeros, a la vez que recupera parte del prestigio y de la solvencia perdidos durante la etapa socialista. Pero, eso sí, la recuperación no pueden retrasarse, ni dejar fuera de ella a las clases más desfavorecidas, pues corremos el riesgo de que la indignación ciudadana ponga en peligro la paz social. Como bien dijo el presidente, en plena euforia por el éxito del viaje, el pueblo español ha demostrado estar a la altura de las circunstancias durante la crisis. A los vecinos del Gamonal se han sumado violentos que desconocían incluso el proyecto. La protesta ha degenerado en desórdenes públicos, portadas de prensa y objetivo cumplido. Pero más vale que no cunda el ejemplo.