Cateados

05/04/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Parece ya inevitable. Cada vez que anuncian un nuevo informe PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos)sobrevuelan por nuestras cabezas las orejas de burro. Si no teníamos bastante con los suspensos en Matemáticas, Lengua, Ciencias y Comprensión Lectora, ahora resulta que los alumnos de la ESO tampoco dan la talla en la resolución de problemas cotidianos, como comprar un billete de metro, poner el aire acondicionado o hacer funcionar el robot de una aspiradora. Pese a las reservas que me merecen este tipo de informes – sólo 181 estudiantes encuestados en toda España-, no podemos ocultarel desastre del actual sistema educativo español. Uno de cada tres alumnos no entiende lo que lee, el 25% no termina la enseñanza obligatoria y, por si fuera poco, tenemos el mayor porcentaje de repetidores, un 33%, frente al 17% de los países de la OCDE. Estamos ante un problema muy serio, generado en buena medida por el traspaso de las competencias en educación a las comunidades autónomas y, en parte, por la obsesión de querer influir ideológicamente en las futuras generaciones.
Sin olvidar la manifiesta incapacidad de adaptarnos a los nuevos tiempos y a los continuos avances tecnológicos. Seguimos dándole vueltas a si es mejor la religión o la educación para la ciudadanía, mientras las encuestas nos dicen que nuestros chavales tienen más dificultades que los jóvenes del resto de países de la OCDE para resolver problemas cotidianos. Y las habilidades cotidianas son tan necesarias como la memorización de asignaturas. De poco sirve recitar de memoria un tema de historia o de geografía, si luego no sabes navegar por Internet o desenvolverte en los nuevos escenarios tecnológicos.
El último informe PISA es otro varapalo al sistema educativo y un cate a la aplicación de los conocimientos adquiridos en las aulas. Sigo pensando que la formación de las nuevas generaciones es mejor que la de sus padres, pero peor que la de otros países de nuestro entorno. Así que a ponerse las pilas y a pactar ungran acuerdo nacional para la educación. Ferran Adrià me contaba en una entrevista que fue incapaz de apagar la luz de su habitación en un hotel ultramoderno de Nueva York. Vamos, que hubiera suspendido, aplicando el baremo de PISA.”