Hipocresía

15/04/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Entre los méritos que adornan a Javier Urra, destacan el del sentido común a la hora de enfocar los problemas de la infancia en España y el haber elegido como segunda residencia Alcolea del Pinar, que tampoco es ninguna tontería. Por razones que no vienen al caso, hace poco tuve la fortuna de escuchar al que fuera primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid en una conferencia que impartió en el Colegio Público Alhambra, donde tiró por tierra algunos tópicos al uso. Habló de la responsabilidad de padres y profesores, de la pérdida de valores, del empeño por educar a nuestros hijos en una especie de mundo feliz sin querer ver los problemas, del exceso de proteccionismo… Puso innumerables ejemplos de lo que se debe y no se debe hacer. Pero me llamó especialmente la atención la respuesta que le dio a la pregunta de una abuela joven, con visera modelo americano, a la que le preocupaba mucho el no haber sabido explicar a su nieto qué razones justificaban la existencia de una enorme valla en la frontera de Melilla con Marruecos. Javier Urra le puso unos cuantos ejemplos de cómo hacerlo para que el niño lo entendiera a la primera: explíquele a su nieto lo que pasaría si usted abriera la puerta de su casa a decenas de niños y háblele de las dificultades que se encontrarían para poder alimentar a todos los inmigrantes que llevara a su domicilio.
En definitiva, que una cosa es denunciar una situación lamentable e injusta y otra muy distinta predicar con el ejemplo y estar dispuestos a derribar las vallas que tenemos delante de nuestras narices. La hipocresía de esta sociedad es de unas proporciones alarmantes. Queda muy bien ponerse delante de un micrófono para denunciar las políticas migratorias restrictivas o para comprender y justificar las ocupaciones de viviendas deshabitadas, pero no he escuchado todavía a nadie ofrecerle las llaves de su casa o mansión a esas familias desahuciadas. Resulta más fácil echarle la culpa a los bancos y mirar luego para otro lado. Ahora que estamos en Semana Santa algunos piden procesiones laicas, pero sus hijos hacen la Primera Comunión…, para que no se sientan desplazados. Pobres criaturas.