Semana distinta

16/04/2014 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

Variados son los calificativos que se hacen para referirse a estos días que vivimos: santos, especiales, festivos, de descanso, de vacaciones. Y todos ellos son ciertos. En la libertad de cada uno está el disfrutar de un breve espacio de tiempo sin obligaciones laborales de la manera que considere más oportuna en función de sus circunstancias, necesidades y preferencias. Tienen estos días, efectivamente, un fuerte significado religioso, de hecho en tan solo tres días se recuerda el fundamento de la fe cristiana, esa que según las encuestas de manera abrumadora en nuestro país profesan los ciudadanos aunque la practiquen en menor grado. Nunca entenderemos por qué los oficios del Jueves Santo y el Viernes Santo, no son calificados como de precepto por la Iglesia, pero doctores tiene.
Después están todas esas manifestaciones de la devoción popular o formas de vivir la fe que son las procesiones, pasiones vivientes y demás tradiciones en las que también hay mucho de arte y belleza, incluso de llamada al turismo. Miles de personas se preparan todo el año para que su hermandad o cofradía saque a su imagen a la calle o para poder representar la pasión y muerte de Cristo. Su sentimiento, su trabajo e ilusión son dignos de elogio y solo entendiendo su sacrificio y esfuerzo se puede comprender esas lágrimas de emoción llegada la fecha y el llanto de tristeza cuando, principalmente por la lluvia, se frustra todo. Es ocasión única, sólo por unos días, de contemplar impresionantes actos. Cultura y arte puro, además de expresión religiosa. También son días, sobre todo, de desconexión de esa atareada rutina que cada cual en su vida lleva y que por gustosa que sea, pues no todo son cargas, si exige de momentos de cambio de escenario o actividad. Y a juzgar por el número de desplazamientos que la Dirección General de Tráfico prevé, por el movimiento en estaciones de tren y autobús y en aeropuertos, así como por las imágenes de nuestros pueblos recuperando sus tradiciones y su gente en casas y calles, así como de las playas llenas de personas gozando del chapuzón, los rayos del sol y las palas, son días además para cambiar de aires. Los más afortunados lo hicieron el Viernes de Dolores, los menos, aunque felices por trabajar, lo haremos este miércoles. A vivirlo.