De la risa

20/04/2014 - 23:00 Pedro L.Toledo

Creo que todos estaremos de acuerdo en que uno de los hechos más gratificantes en la vida de un ser humano es la risa. Supongo que para muchos, que como yo, son de pensamiento único, considerarán que hay otro hecho más gratificante. Pero en cualquier caso, estarán de acuerdo que en muchas ocasiones, nos reporta más una carcajada que un orgasmo. De hecho, hay quien dice, que el sexo está sobrevalorado. No lo practicamos todo lo que deberíamos, tampoco todo lo bien que deberíamos, en ocasiones no lo hacemos con quien deberíamos y no siempre con quien quisiéramos. Por tanto, volvamos a la risa y tratemos de olvidar, que nacemos llorando y morimos entre lloros. Pocos casos se habrán dado de gente que haya visto por primera vez a su hijo o haya superado un cáncer tronchándose de risa. Como mucho sonreímos y de hecho solemos recordar nuestros momentos de máxima felicidad, luciendo nuestra dentadura al ritmo de “páaatáaatáaa”. Sin embargo, la risa es algo fundamental en nuestras vidas. Hay diversos estudios que tratan de demostrar (en un sentido y en el contrario, como casi todos los estudios) que la risa es solo propia de nuestra especie, estando vedada al resto de seres vivos del planeta.
Pero, pese a lo que dichos estudios nos indiquen, nos sería muy difícil imaginar, más allá de una película de Walt Disney, la carcajada de un geranio o de una lombriz de tierra. He hablado con varias personas con respecto a esta cuestión. Todas me suelen decir lo mismo, cuando eran niños solían reír incluso varias veces al día y ahora hay días que no recuerdan haberse reído. Sin embargo, todos en mayor o menor medida vamos buscando la ocasión de reírnos. De hecho, normalmente, nos suele caer mejor las personas “tontuneras”, siempre que no se pasen al reverso plomizo y plasta de la cosa. Así mismo cosechan grades éxitos, películas como la de Ocho apellidos vascos, en las que hacernos reír es su fundamental objetivo. Por tanto, creo que debemos cambiar el chip y reírnos. Ya sé que acabamos de volver de Semana Santa, que estamos casi a fin de mes y que la cuenta amenaza a descubierto. También sé que este año la operación bikini será más complicada, porque las lorzas se han afianzado y la gravedad es impasible. También puede que nuestro equipo no haya salido muy favorecido del último partido o simplemente que nos diera un lumbago ejerciendo de costaleros. Aun así, pongámonos delante del espejo y riamos sin ningún sentido. Simplemente mirando nuestras muecas. Haciendo abstracción de la última que nos han soltado nuestros políticos, olvidándonos del telediario o de la mala leche de la suegra. Riamos sin ningún sentido. Riamos porque sí. Riamos porque nos da la realísima gana, sin más. Y cuando terminemos con el último estertor de esa risa floja, veremos que el mundo es diferente y que la vida puede ser maravillosa. Que además de la risa, la fuerza os acompañe.
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