A mandar

18/07/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Aunque conviene esperar a conocer los nombres de la nueva ejecutiva y escuchar su discurso programático del próximo 26 de julio, los primeros pasos del nuevo secretario general del PSOE alimentan algunas dudas. Para empezar, su incorporación al despacho de Ferraz que le ha dejado vacante Rubalcaba del brazo de Susana Díaz es una señal inequívoca de quién va a mandar realmente en el partido. Esperemos que la letra de la canción “Susanita tienen un ratón, un ratón chiquitín” no se convierta en la canción de la nueva etapa socialista. Y esperemos que Pedro Sánchez no acabe siendo el chico de los recados de la lideresa andaluza. Otra cuestión que pone en evidencia la seriedad del nuevo secretario general es la ruptura del acuerdo firmado con los socialistas europeos para apoyar la candidatura de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea. Los acuerdos se firman para cumplirlos, aunque a uno no le gusten.
Las improvisaciones y los giros bruscos a la izquierda o a la derecha no se entienden en una Europatan preocupada por los populismos emergentes de la extrema izquierda y de la extrema derecha, representada por Marine Le Pen. Pedro Sánchez ha comenzado su andadura con un gesto de deslealtad que le puede pasar factura en el contexto de la Unión Europea, como le pasaron factura a Zapatero las improvisaciones y ocurrencias de unos años atrás. El PSOE tampoco debería de caer en la trampa de escorarse a la izquierda para intentar recuperar algunos votos que fueron a parar a Podemos en las elecciones europeas. El nuevo secretario general del Partido Socialista tiene que ganarse a pulso la confianza y la credibilidad, no sólo de los suyos, sino también de los votantes que ven en las propuestas que guarda debajo de la coleta Pablo Iglesias un problema en lugar de una solución. Las elecciones – salvo que se produzca una catástrofe – se ganan desde la moderación y desde el compromiso con los valores y principios de nuestra convivencia democrática. Tutelado por Susana Díaz y vigilado por quienes van a quedarse fuera de la nueva ejecutiva, el futuro de Pedro Sánchez dependerá de sus aciertos y de sus errores. El comienzo no ha sido bueno, pero habrá que concederle los cien días de gracia que marca la tradición.