Veraneo en los pueblos

27/07/2014 - 23:00 Pedro Villaverde Martínez

No es porque la crisis económica pueda aconsejar o incluso exigir veranear en los pueblos a quienes puedan, pues no todos tal vez tengan la suerte de disponer de ese pueblo bonito, pintoresco y atractivo en el que pasaron su infancia. Siempre hemos escrito que los pueblos es una de las mejores opciones para pasar esos largos días de verano con los recuerdos de pequeño y el reencuentro de los amigos y familiares, sin olvidar a esa naturaleza que nos vio crecer y que para cada una suele ser la mejor. Ahora, cuando las duras faenas del campo se han suavizado sobremanera puede resultar incluso más atractivo ir a disfrutar de lo que antaño nos resultaba más que duro. Cierto que muchas imágenes ya no volverán a repetirse, como el escuchar el canto del gallo muy de mañana o el cuerno del cabrero para recoger las cabras del vecindario y llevarlas a pastar al campo, ni tal vez se escuche el cantar típico de la siega, preludio de esa lírica que después se estudia en los libros. Las calles y las plazas ya no huelen a animales de trabajo o a sus excrementos, muchas veces cuantiosos en ellas. Las casas de piedra y barro que nuestros mayores habitaron han sufrido una remodelación casi total. Las pequeñas centralitas de luz o simplemente molinos, como se llamaba en mi Huertapelayo natal ya desaparecieron y dieron paso a la luz servida por las grandes Centrales Eléctricas, pues antes aquellos molinos que se alimentaban de escasa agua por el estiaje solían dejarnos a oscuras con cierta frecuencia por la escasez de ella. Tenía su encanto todo aquel vivir en los pueblos con pocas facilidades de las que hoy disfrutamos. Sin embargo el canto de la naturaleza toda, desde el de animales hoy que sólo es posible ver o escuchar en esas pequeñas reservas y privados de libertad, hasta el de las aguas que saltarinas recorrían incluso las calles de pueblos, son ya historias para recordar y contar a los más jóvenes que tal vez ni quieran escucharlas. Para algunos resultaría atrayente el relato, para otros tal vez aburrido, pero ara todos curioso. Como curioso puede resultar ese resurgir la vida en el verano en esos pueblos que si algunos llegaron a ser totalmente abandonados, ahora se muestran rehabilitados casi en su totalidad.