En fiestas

13/08/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Respeto a esas personas que aprovechan las fiestas de San Roque y de la Virgen de la Mayor para salir huyendo, pero yo siempre me quedo. Me gustan las fiestas de Sigüenza y me gusta disfrutarlas -–con menor intensidad, por supuesto, que cuando era joven–, con los mismos amigos de siempre, en la peña de siempre, La Rampa, siguiendo a la charanga, asistiendo a algún encierro, de tertulia en los kioscos de la Alameda o participando en la hermosa procesión de Los Faroles, que pone el broche de oro a los festejos. El programa de fiestas apenas introduce variaciones. Valdría el de años anteriores, con solo cambiar algunas actuaciones musicales y los carteles de los toros. Lo demás no varía. Podrían echarle un poco más de imaginación, pero el recorte presupuestario tampoco permite hacer ciertos alardes y dispendios. Considero, por otra parte, que las costumbres y las tradiciones, si mantienen su sentido y su vigencia, es precisamente por esa natural resistencia al cambio. Sigüenza tiene motivos más que suficientes para sentirse orgullosa de su patrimonio, enriquecido de forma lenta y paulatina por la recuperación de algunos de sus monumentos en mal estado, como la iglesia de Santiago, o por la restauración parcial de joyas artísticas, como los ocho tapices que desde hace algunas semanas se exponen en la catedral. De lo que no puede estar ya tan orgullosa es de haber conseguido mejores perspectivas laboral es para los jóvenes que ahora se ven obligados a emigrar. “Este verano hay menos gente que otros veranos”, comenta el encargado del supermercado, a la vez que critica y lamenta que sus conciudadanos hagan buena parte de sus compras fuera de Sigüenza. “También se ve menos gente de los pueblos”, afirma el camarero de la esquina. “Y menos veraneantes…”, añade. Idénticos comentarios los llevo escuchando, con algún pequeño matiz, desde hace bastantes veranos. La situación económica española tiene buena parte de la culpa. A la gente le encantaría poder disfrutar más de los atractivos y de las ofertas que tiene Sigüenza. Y, como no, de sus fiestas, de sus tiendas, de sus terrazas y de sus restaurantes. Las fiestas de San Roque y de la Virgen de la Mayor son una buena excusa para volver a intentarlo. Se lo digo por experiencia.