¿Qué es de los nuevos españolitos?

28/08/2014 - 23:00 José Serrano Belinchón

El peso que produce la responsabilidad del cargo sobre la espalda de cualquier dirigente que entienda que la suya es una función de servicio, y no otra, llevó al presidente Passos Cohelo a crear una comisión con el exclusivo fin de encontrar alguna solución a la grave crisis demográfica que existe en Portugal, donde más de un 20% de sus habitantes superan los 65 años, en tanto que la tasa de natalidad se cifra en 1,03 hijos por mujer. Una reciente encuesta da como resultado que las familias del país vecino desearían tener 2,3 hijos por término medio, cuando la realidad es que escasamente superan el 1,00. La causa principal es la situación económica por la que atraviesa el país, además del trato fiscal al que se ven sometidas las familias. Dicha comisión ha dictaminado, así de bote pronto, que en la declaración de la renta se aumenten las deducciones por hijo, pasando del 2% actual, al 2,3 por el primer hijo y al 2,9 por el segundo, además de otras reducciones que afecten directamente a las familias, tales como los impuestos por bienes inmuebles y las tasas de vehículos entre otras. Todo ello además de reclamar, tanto del sector público como del privado, que se impliquen en crear una cultura comunitaria en defensa de la familia y de la natalidad. Vista la importancia de la situación, y de su repercusión en el sostenimiento del país, se me ocurre pensar que en esta España del siglo XXI, la diferencia en ese sentido con la nación vecina debe de ser mínima.
Los españoles, como los portugueses y el resto de la población en el llamado “primer mundo”, vivimos cada vez más; los niños que asisten a nuestras escuelas, han disminuido de manera aparatosa en relación con los que solían asistir durante la segunda mitad del pasado siglo, destacando que un número importante de nuestros escolares, párvulos y de escuela primaria, son hijos de inmigrantes, que con todos sus derechos comparten nuestras aulas, pero que como fenómeno social es un referente. ¿No necesitaremos también toque de atención para buscar soluciones a este problema, que pocos reconocen y que en un futuro no lejano se pondrá a la cabeza de los demás como padre de todos los problemas? Ignoro cuál será el resultado que a la larga obtendrán nuestros vecinos, pues todo depende de cómo se apliquen las medidas a tomar; pero por lo menos, su gobierno demuestra estar al tanto de la situación y abierto a buscar soluciones dentro de sus posibilidades, que, según parece, son peores que las nuestras. Es un problema social que nos viene de lejos el considerar con cierto desdén a las familias numerosas, incluso a las que lo parecen menos, de dos o de tres hijos. Hay países en los que están perseguidas y se les restringen muchos derechos fundamentales. Grave error, sin otro fundamento que el del reparo social existente, agravado con la falta de ayudas oficiales, situación que se acentúa en momentos de crisis; pero que convine evitar no sólo en favor de la familia, sino de la sociedad en su conjunto, ya que, como todos sabemos, de la juventud principalmente llega la fuerza que sostiene a las familias y al país. También al nuestro.