Evangelizadores con estilo mariano

07/09/2014 - 23:00 Atilano Rodríguez

Este lunes, día 8 de septiembre celebramos en la Iglesia la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María bajo distintas advocaciones marianas. Estas suelen estar ligadas generalmente a algún santuario, construido por nuestros antepasados como expresión de su fe y de su profunda devoción a la Madre de Dios y a la Madre de la Iglesia. Por medio de las imágenes, que nos recuerdan la cercanía de María a la historia personal de cada uno de sus hijos, podemos presentarle nuestros sufrimientos y alegrías a Madre buena que, desde su asunción al cielo, continúa velando por todos los discípulos de su Hijo. Con infinito cariño, María ora con nosotros, como lo hizo con los discípulos de Jesús, para que abramos nuestro corazón al Poderoso y así podamos sobrellevar con Él los sufrimientos y cansancios de la vida. Contando siempre con la oración de la Madre por todos nosotros, si Dios quiere, en los primeros días del mes de octubre, tendremos la presentación del nuevo Plan Pastoral Diocesano, que lleva por título «El amor de Cristo nos urge».
En el mismo se proponen los objetivos pastorales, a los que tendremos que dedicar una especial atención durante los próximos años para emprender una nueva etapa evangelizadora. Desde la experiencia del amor de Dios y desde la alegría de sabernos queridos por Él, tenemos que descubrir sus huellas en los distintos acontecimientos de la vida. De este modo, podremos agradecerle en cada instante la presencia de los hermanos que ha puesto en nuestro camino y estaremos en condiciones de salir al encuentro de todos para decirles que Dios les ama y desea contar con ellos para mostrar su salvación hasta los confines de la tierra. En esta nueva etapa evangelizadora surgirán dificultades. En ocasiones, éstas pueden venir del exterior y no podremos controlarlas.
Otras, por el contrario, tendrán su origen en nuestros cansancios y fatigas, en la rutina pastoral y en el miedo a lo desconocido. En todo momento, pero especialmente en los momentos de oscuridad, es preciso que experimentemos la compañía cercana de Jesús y de su Madre. Como nos recuerda el Papa Francisco, no debemos olvidar nunca que, en la Iglesia y en su actividad evangelizadora, hay siempre «un estilo mariano», pues «cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño» (EG 288). La actividad pastoral es muy importante, pero si no va acompañada del amor, de la ternura y del cariño, no podrá ser evangelizadora, no será Buena Noticia para nadie. Pidamos a la Santísima Virgen, la Madre del primer Evangelizador, que nos acompañe con su testimonio de fe en el Poderoso y que nos estimule con su poderosa intercesión ante su Hijo en esta nueva etapa misionera: «Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz» (EG 288).