Medio llena

13/09/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Como era previsible, Ana Botella se aparta de la carrera por la alcaldía de Madrid, antes de que la aparten. Le ha dejado las manos libres a Rajoy para que elija a una candidata con posibilidades de revalidar el poder en la capital de España. Difícil papeleta. Ninguno de los nombres que aparecen en las quinielas – Aguirre, Cifuentes y Sáenz de Santamaría – garantiza, según las encuestas, la mayoría suficiente para gobernar. Ana Botella ya no es un problema, pero sí lo siguen siendo sus “desgracias”. Algunas de sus decisiones, especialmente la gestión de la tragedia del Madrid Arena, suponen una rémora para la candidata del Partido Popular que intente relevarla en el sillón del Palacio de Cibeles. Peligran los casi 25 años de gobierno municipal del PP, pero tampoco es justo echarle toda la culpa a ella, ni hacer leña del árbol caído (cuando hasta los árboles son parte de sus desgracias). El deterioro viene de más lejos. El endeudamiento y los inevitables recortes de los últimos años los había provocado el derroche de su antecesor, Alberto Ruiz Gallardón; y el sueño olímpico no es de ahora, sino que ya existía en los tiempos del castizo y verbeneroÁlvarez del Manzano. Pese a todo, a Ana Botella parece que la había mirado un tuerto, y que me perdonen los tuertos. Si algo podía salir mal, seguro que salía. Incluso su condición de esposa de Aznar, sobre todo cuando este volvía a ponerse delante de algún micrófono, le ha perjudicado en su carrera política. Y, por si fuera poco, tampoco ella ha sabido venderse bien, ni comunicarse con eficacia, ni trasmitir esa cercanía que influye de manera decisiva en la valoración de los ciudadanos. El dedo de Rajoy tiene la difícil papeleta de enmendar los errores del pasado. Esperanza tiene tirón electoral, pero ya abandonó de forma inesperada la Comunidad. Encima un día sele cruzaron los cables en Gran Vía y se dio a la fuga, cuando lo más fácil hubiera sido sentarse en la acera y esperar a que los municipales terminaran su trabajo. Cristina Cifuentes no creo que sea la mejor opción, aunque no deja de tener su encanto. Y a Soraya le queda mucho trabajo en Moncloa.