¡Pobre de ti!

20/09/2014 - 23:00 Luis Monje

Cualquiera diría que algún fementido ha buscado a propósito la coincidencia de la vuelta de las vacaciones veraniegas con el comienzo del Otoño y el final de las Fiestas. Sólo ha faltado que, además, cayera en lunes y que lloviera, para inducir al abatimiento y la melancolía a muchos de los que no hace ni siquiera un mes vivían como si todo el monte fuera orégano, o sea diversión. Por menos de eso, en los países escandinavos aumentaría el número de suicidios y en España se acrecentarían las rupturas matrimoniales. Aunque aquí no hacen falta tantas coincidencias para que ese nivel se mantenga y aún crezca. Casi de repente se les acaban a muchos los motivos para vivir, según su elemental teoría de que la vida es diversión. La alegría de los jóvenes es su fuerza, dice la Biblia (Proverbios, XX, 29). Pero si la juventud se entristece ¿qué le queda? Algún escéptico o desencantado contestaría ¡el botellón!. Y no iría muy descaminado, porque no hacía falta más que darse una vuelta por el paseo de San Roque y otros sitios en estas fiestas, para comprobar en el entorno de las peñas que sin alcohol todo es aburrimiento.
Y lo mismo podríamos ver los fines de semana en otros escenarios. Nuestro paisano, el cordobés Séneca, ya lo anticipó hace veinte siglos: “lo que antes eran vicios, ahora son costumbres”. Y así estamos. Llegamos al equinoccio que, en la Naturaleza nos trae la caída de la hoja, y, en la vida, la reflexión de que estamos, o nos acercamos, a la mitad del camino, (in mezzo di camin di nostra vitta”, que dijo Dante) lo que muchos bien quisiéramos. Pero aún les quedan a los más lanzados las fiestas de los pueblos para seguir pensando en la diversión como coda del verano recién terminado Así que entonar el “¡Pobre de mí!”al uso pamplonica puede ser un buen pretexto para despedirnos cantando de las fiestas que cierran el optimismo del verano. Y lo titulo en segunda persona porque estas fiestas nos preocupan tan poco a muchos mayores que más de uno piensa que, por él, el Ayuntamiento podría ahorrarse bastantes millones de euros. Aunque otros comprenden que los gaste como inversión porque lo que por un sitio sale, por otro puede volver multiplicado. Y, además, fiesta es lo que a los jóvenes les pide el cuerpo pues son alegres por naturaleza y suelen vivir en un estado anímico en el que les encanta su mera existencia. De aquí que sea bueno proporcionarles ocasiones para que desahoguen su alegría.