La ignorancia y el miedo

20/10/2014 - 23:00 Luis Monje

No siempre es cierta la sentencia de Camus en La Peste de que “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”. Y no lo digo solamente por el ébola, aunque también, sino por otros muchos aspectos de la vida y la sociedad, incluida la política. La RAE define el miedo como “perturbación angustiosa del ánimo ante un riesgo real o imaginario”, luego en esa definición entra en juego la ignorancia. A más ignorancia, más miedo infundado. El miedo que nos hacía de niños taparnos la cara con el embozo de la cama para escondernos de la oscuridad que nos asustaba no es muy distinto del terror ancestral que al hombre primitivo le inspiraba la noche o del miedo que tiene el hombre a lo desconocido. El hombre desconfía de lo que no conoce o no domina, lo que en el fondo es lo mismo. Si nos centramos en el ébola que hoy nos amedrenta vemos que su desconocimiento es la base del temor que nos infunde y que en muchos provoca reacciones deplorables. Siempre hay quien reacciona ante los problemas de la manera más carcunda sumándose y difundiendo los rumores que la ignorancia acepta casi como dogmas.
El rumor suele ser la antesala del error, más peligroso aquél cuando algún viso de verdad encierra. El errar es de humanos, “errare humanum est”, pero ya apuntó Cicerón que el perseverar en el error es de necios. Y se ve que esta especie abunda por lo que podemos apreciar estos días en que muchos cierran los oídos a las explicaciones de los expertos en el ébola, prefiriendo las mentecateces de los ígnaros. Se cansan los virólogos de repetir que esta letal enfermedad (letal por nueva y, por tanto, sin tratamiento contrastado) nunca podrá ser epidemia como la gripe o lo fue el cólera porque sólo se transmite por contacto directo con fluidos del enfermo. De manera que se puede ir tranquilamente al Carlos III de visita si no se da la mano o se saluda con un beso a los sanitarios que atienden personalmente a la única enferma de ébola. El miedo y la ignorancia de consuno hemos visto que han dado lugar a que muchas personas, solidarias con los necesitados en otros aspectos, criticaran la traída a España de los misioneros que contrajeron el ébola en África, donde se sacrificaban por su prójimo. Y aquí no valía el tosco refrán “el miedo guarda la viña” porque la viña son personas creadas a imagen y semejanza de Dios. Aunque alguien haya dicho que es bueno temer siempre lo peor, porque lo mejor se salva solo.