Médicos

28/10/2014 - 23:00 Javier del Castillo

Mientras Marruecos encuentra petróleo cerca de Canarias y el presidente de esta comunidad autónoma, Paulino Rivero, hace lo imposible para impedir que lo encuentre España, en el Instituto de Salud Carlos III de Madrid héroes de bata blanca anuncian la curación de la auxiliar de enfermería, Teresa Romero. Nuestro sistema de salud pública, a pesar de todo, ha logrado vencer el primer caso de ébola contagiado en Occidente. Enhorabuena a los médicos, enhorabuena a los demás internados, que siguen dando negativo en las pruebas, y mi más sentido pésame para quienes todavía guardan luto por el fallecimiento del chucho. Mientras en Cataluña continúa el sainete, intercambian guiones los protagonistas, renuevan algunos decorados y anuncian nuevos actos de exaltación independentista, con urnas de cartón o con huchas del Domund, el jefe de enfermedades infecciosas del Carlos III recuerda queahora la paciente tendrá que recuperarse de otras complicaciones generadas por la enfermedad y que este caso servirá para ayudar a combatir al maldito virus. Aquí hay vida. No hay “engaño masivo”, como en los presupuestos del Estado, según el emergente líder del socialismo Pedro Sánchez.
Mientras el exsecretario general del Partido Popular y actual consejero de Iberdrola, Ángel Acebes, es imputado por colaborar con Luis Bárcenas, y el que fuera vicepresidente del Gobierno de José María Aznar y expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, se da de baja en el PP por el escándalo de las tarjetas opacas, la sociedad española celebra calladamente el éxito de un equipo de médicos y enfermeras. De unos profesionales a los que ni los recortes, ni los políticos, han conseguido doblegar. Mientras el fiscal solicita más de dos años de cárcel para los máximos responsables de Caja Castilla-La Mancha, en un hospital de Madrid se acaban de vivir momentos de gran intensidad, de mucho estrés. De enorme preocupación y de un calculado riesgo… Y todo con el único objetivo de salvarle la vida a una ciudadana que anteriormente había arriesgado la suya por intentar la salvación de un misionero infectado de ébola. ¡Menos mal que nuestro país tiene los médicos que tiene! Mis respetos para ellos y un lamento: seguimos sin encontrar una vacuna contra la corrupción generalizada.