El nuevo beduismo

17/03/2015 - 23:00 Jesús Fernández

La implantación de sistemas democráticos en el mundo lleva consigo más libertad pero también tiene que aportar más asentamiento de la población en el mundo y en la tierra propia. ¿Por qué hay tanto éxodo, tanta deslocalización o desarraigo humano, familiar y cultural, tanto exilio, tanta emigración, tanta deportación en el mapa geopolítico actual? A partir de esos escenarios de inseguridad, el mundo, los pueblos, las gentes se convierten en más vulnerables y necesitados. El paso siguiente que se practica es la agresión, la violencia, la brutalidad, el exterminio o la rapiña. ¿Por qué hay tanta guerra, tantos grupos armados, tantas facciones enfrentadas, tantas culturas perseguidas? ¿Qué buscan hoy las milicias armadas? ¿Por qué se hace o se declara hoy una guerra? No hay ninguna razón para matar. ¿Ampliación o conquista territorial? Tenemos que llegar a un entendimiento en la fijación de fronteras, en la estabilización de los territorios, en la extensión de dominios y los países no pueden vivir en una constante mutación o dialéctica constituyente donde cada grupo o gobierno impone su modelo de Estado. ¿Se buscan más riquezas y seguridad? ¿No hablamos de globalización de la economía y de la acción internacional? Existe mucha falta de Estado en el mundo de hoy. Hay mucha población y países que no son Estado, no forman esa unidad de interlocución y están en manos de mafias o grupos de intereses que practican la esclavitud étnica, la explotación económica y la sumisión política. Para ellos, como sucede en democracia, la primacía no la tiene el Estado o la política. No hay Estado, no hay acuerdos, no hay Constitución, no hay unión, ni solidaridad, ni participación, ni ciudadanía. Todo es imposición, dictadura y totalitarismo. El individuo está desprotegido y la persona no significa nada. Necesitamos nuevos caminos de la democracia en el mundo. El mundo actual tiene un problema que es la relación entre militarismo y política. La guerra es el fracaso de la política aunque algunos, como por ejemplo C. von Clausewitz, hayan exaltado la guerra como la continuación de la política pero con otros medios o métodos. A veces es muy difícil ver la relación, mediación o finalidad política o pacificadora de las armas que, generalmente, son usadas por algunos grupos, como expansionismo y ejercicio de un dominio, imposición y hegemonía de la fuerza sobre el diálogo y la concordia. Por otra parte, la democracia no es una evidencia para todos, no es un teorema que se imponga por su exactitud y claridad. Es más una aspiración que necesita tiempo, esfuerzo y dedicación colectiva para ser alcanzada. Para otros no es ni siquiera una verdad social o política sino una situación relativa muy precaria y provisional como un beduismo moderno.