Destino Suiza

24/04/2015 - 23:00 Javier del Castillo

Quizás influido por la lectura de “El impostor”, de Javier Cercas – muy recomendable, por cierto -, donde el autor relata la vida de Enric Marco, un catalán que se hizo pasar por superviviente de los campos nazis en los que jamás había estado, cada día me cuesta más aceptar como auténticos los últimos acontecimientos que estamos viviendo. Me cuesta aceptar que Rodrigo Rato haya tirado por la borda una brillante trayectoria, pasando a interpretar el papel de vulgar defraudador de Hacienda. Me resulta difícil asimilar que aquel superministro de Economía, que tanto se empeñaba en convencernos de la necesidad de cumplir con el Fisco, haya estado ocultando su riqueza en diferentes paraísos fiscales. Como uno más de esos “patriotas” españoles que han declarado cuentas en Suiza por un importe de 20.000 millones de euros. Más otros 4.000 en Andorra; y los 124.500 millones que han conseguido aflorar los inspectores de Hacienda. Son las cifras declaradas en el Congreso por el director de la Agencia Tributaria. Habrá que asumir que el dinero es miedoso y cobarde, pero no hasta el extremo de salir huyendo en desbandada, de la manera que lo ha hecho en España durante los últimos años. Unas veces de manera legal, previa declaración del mismo, y otras de manera clandestina, como muy bien saben Pujol y Bárcenas. La crisis económica de estos años y la mayor presión impositiva tienen bastante culpa en esa huida hacia los paraísos fiscales. Mientras el gobierno español pedía sacrificio y comprensión para los recortes, ilustres compatriotas ponían sus fortunas a buen recaudo. Íbamos a ser capaces entre todos de sacar a este país adelante, sin caer en la cuenta de que, como la vida de Enric Marco, estábamos siendo víctimas de una gran mentira. De una tremenda impostura, protagonizada por quienes habían ejercido de pregoneros y adalides de una España más justa y solidaria. Lo mismo que ahora se descubren las trampas de Rodrigo Rato, y antes las “mordidas” de Jordi Pujol – aunque a este curiosamente nadie ha osado registrarle la casa -, también pasó mucho tiempo hasta que se desenmascaró al falso superviviente de los campos de exterminio y luchador por los derechos humanos. Cuando ya era un venerable anciano. Casi lo mismo que Rodrigo Rato.