Bienestar del Estado

17/05/2015 - 23:00 Jesús Fernández

Las democracias occidentales han creado y desarrollado el concepto de Estado de bienestar que aparece como uno de los grandes logros de la civilización europea. Con ello se indica la transferencia o cesión que hacen los ciudadanos de sus preocupaciones o necesidades individuales para que sean gestionadas por la comunidad constituida en Estado. Uno solo es sólo uno y no puede hacer frente a previsiones siendo mejor la asociación o mutualización de los recursos a través de una verdadera solidaridad. Ese es el sentido antropológico (interdependencia de los seres humanos) y social (comunicación de bienes) del llamado Estado de bienestar. Todo ello, trasladado a fórmulas económicas y fiscales de recaudación, de distribución y de asignación. Pero, con el paso del tiempo, el Estado de bienestar también ha entrado en crisis. Hace años, el sector o el modelo de producción industrial en Europa ponían a disposición del Estado ingentes recursos para su administración en forma de servicios, prestaciones comunes. El modelo productivo ha cambiado y el equilibrio entre los sectores también. La pirámide de población ha invertido las prioridades. El llamado Estado de bienestar se encuentra con demasiadas cargas o compromisos para cumplir. Al principio, dicha denominación se refería a que el Estado garantizaba a los más desfavorecidos una situación de vida, adecuada y acorde con el disfrute y desarrollo general, independiente de su situación económica, pues cubría sus necesidades más urgentes en materias como educación y sanidad. El problema se plantea ahora no en la existencia sino en la sostenibilidad de dicho Estado de bienestar y en el mantenimiento de sus capacidades asistenciales en profundidad y ampliación. Por eso, lo que más preocupa es el bienestar del Estado. Lo más fácil en una contabilidad de la satisfacción o prestación de servicios es recurrir a la deuda o al déficit. Endeudarse como nación es empobrecerse más. Podemos estar ante un Estado fallido pues soporta demasiadas cargas, cargos públicos, administraciones, representantes o instituciones, subvenciones, ayudas, la serie de nacionalizaciones, empresas estatales, en definitiva, un Estado capitalista a merced de los vaivenes del mercado, con sus pérdidas o beneficios. Se confunde servicio público con gratuidad y se acude al concepto de rentabilidad social. Otros piensan que, con el dinero, se crean derechos y en la escasez económic a o de recursos, se recortan esos derechos. A más recursos más derechos –según algunos- pues ellos se identifican con las necesidades aunque sea cierto que el Estado debe luchar, con todos sus medios, contra la pobreza y la desigualdad en el seno de la sociedad. El Estado de bienestar se encuentra con una economía entre la lógica de las personas y a lógica del mercado teniendo en cuenta que la justicia y no la libertad es la razón última de la democracia. Si el Estado tiene que cuidar de nuestro bienestar nosotros seremos responsables del bienestar y de la viabilidad sostenible del Estado pues la no viabilidad del mismo la pagan también los pobres de la sociedad.