Algunas consecuencias de la técnica

25/06/2015 - 23:00 Manuel Ángel Puga

Como es sabido, la técnica y el desarrollo industrial han transformado por completo la vida del hombre. Tanto es así que si no fuera por la técnica y el desarrollo industrial hoy viviríamos como en la Edad Media o quizá como en tiempos anteriores. Pensemos, por ejemplo, en que debido a la técnica y a la actual tecnología podemos desplazarnos de un lugar a otro en distintos medios de transporte (coche, tren, avión, incluso naves espaciales…). De no ser por la técnica tendríamos que recurrir al caballo o a la carreta de los tiempos del Arcipreste de Hita. Y no digamos nada si pensamos en la rápida difusión de las noticias y de toda clase de información de que hoy disponemos gracias a la radio, la televisión, la telefonía, etc. Claro que la cosa sube de punto si pensamos en la alta tecnología, como ocurre con la electrónica o la informática. Vemos que la técnica ha transformado profundamente la vida del hombre, lo cual ha representado progreso y desarrollo cultural. Esto es evidente. Sin embargo, todo lo que tiene “pros” tiene “contras”.Es cierto que la técnica representa progreso, cultura, desarrollo, pero también tiene su lado negativo. Baste pensar, por ejemplo, en el medio ambiente. Hoy nadie pone en duda que el cambio climático, la disminución de la capa de ozono, la creciente contaminación ambiental, etc., son consecuencia del desarrollo industrial. Pero, además, este desarrollo ha modificado el “medio ambiente natural” y lo ha convertido en un “medio ambiente artificial”. Las grandes ciudades (un mundo de ladrillos, piedras, cemento y asfalto) no son un medio natural como lo pueda ser el pequeño pueblo o la aldea. Pese a ello, son muchos los que abandonan ese “medio natural” para marchar al “medio artificial”. Hemos decidido huir del “medio ambiente natural” para dejarnos atrapar por el “medio ambiente artificial” propio de la gran ciudad. Este hecho también es una consecuencia del desarrollo tecnológico e industrial. Se abandona el campo para marchar en busca de las fábricas y de las grandes industrias. Otra consecuencia de la técnica es la modificación del tiempo, lo que ha originado el tener que “vivir contra-reloj”. Hoy vivimos bajo el control de la técnica, puesto que es ella quien divide y subdivide el tiempo para hacerlo rendir más. Es necesario sacar el mayor partido posible del tiempo, hay que hacer que rinda cuanto más, mejor. Queremos convertir al tiempo (al reloj) en nuestro esclavo. ¡Qué paradoja! Es el tiempo (el reloj) el que nos ha convertido en sus esclavos. Vivimos pendientes del reloj desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Incluso nuestro sueño está bajo su control. Pero la técnica no sólo ha modificado negativamente el medio ambiente y el tiempo, sino que también lo hizo con el espacio. El espacio en que nos movemos está cada vez más parcelado, más acotado. Apenas quedan aquellos espacios abiertos e inmensamente amplios que la naturaleza nos había regalado. Además, debido a la rapidez en los desplazamientos, el espacio resulta cada vez más pequeño, más reducido. El desarrollo tecnológico ha hecho posible que se puedan recorrer miles y miles de kilómetros en muy poco tiempo. El espacio ha quedado minimizado. Y en todas partes el hombre se encuentra con el hombre. Tanto que el llamado “espacio vital” (ese espacio que cada uno necesita para poder vivir) se hace cada vez más pequeño, más reducido, más insignificante. Sin embargo, de todas las modificaciones que vienen realizando la técnica y el desarrollo industrial la más importante es la del medio ambiente. En este sentido, conviene tener presente que el Papa Francisco acaba de publicar la encíclica “Laudato si’”, dirigida a “cada persona que habita este planeta”, en la que denuncia el deterioro y la degradación del medio ambiente. Recordando a san Francisco de Asís, destaca el Pontífice que nuestra “casa común” (la tierra) es como una hermana con la que compartimos la existencia. Pero en nuestros días “esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”… Y es lo cierto que cuando el progreso tecnológico no va acompañado del progreso social y moral se vuelve contra el hombre. Desgraciadamente, esto ya ha empezado a ocurrir.