Militantes, milicianos, militares

27/08/2015 - 23:00 Jesús Fernández

  Resulta muy preocupante el nivel de analogía alcanzado entre el lenguaje político y el lenguaje bélico así como la similitud o semejanza entre estructuras democráticas y sus comparativas o equivalencias militares. En ambos casos se habla de militancia, de lucha, de enemigos, de derrota, de victoria. El vocablo latino “miles” (soldado romano profesional de la guerra dedicado a la defensa del imperio por la armas) anilla, sirve de raíz y encadena a los tres conceptos de militante, milicianos y militares. La democracia no ha sido capaz de esterilizar ciertos conceptos que siguen reproduciéndose. Decimos que los ciudadanos militan en los diferentes partidos políticos. ¿Qué significa militar? Hace pocas fechas, un dirigente de una alta institución se presentó ante el Jefe del Estado diciendo que “venía en son de paz”. ¿Hasta dónde hemos llegado? Esquemas bélicos en las relaciones institucionales. ¿Dónde estarían las divisiones y los ejércitos esperando la orden de entrar en combate, la señal de asalto y de lanzar el ataque? En sus militantes convocados y arengados para las manifestaciones a estilo militar. En el corazón de cada ciudadano parece que se esconde un general con galones. ¿Hasta qué punto somos responsables de haber impregnado todo de militancia? En vez de hablar de cooperación, diálogo, coaliciones, unidad, comunidad, solidaridad, ayuda mutua o reparto de bienes, hablamos de batallas, confrontación, guerrillas urbanas, manifestaciones violentas, de lo que dan cuenta las calles destrozadas y las ciudades arrasadas después de batallas campales entre facciones y huestes a las órdenes de sus caudillos o dirigentes que controlan a sus tropas desde los despachos sin arriesgar nada. En los partidos políticos hay mucha élite o cúpulas por una parte y servidores, esclavos y jornaleros por otra que realizan la labor sucia para sus jefes esperando, algún día, la recompensa en forma de poder y alfombras. Todos recordamos con horror la figura del miliciano armado o miembro de algunos partidos a los que éste les facilitaba la tenencia y el uso de las armas. Dictaduras en la democracia. Sin embargo, en democracia hay que renunciar a toda violencia. Esta es la gran incompatibilidad que no todos están dispuestos a reconocer y practicar. Todo esto en el plano explícito y de dedicación exclusiva. Pero hay otras formas de militancia más oculta que tienen su historia. La “jugend” de algunas épocas y países, la “yihad” de tanta actualidad, los “jusos” en algunas organizaciones, los “partisanos” de Italia o la “resistencia” en Francia después de la II Guerra Mundial como población militar que se confunde y mezcla con el resto de los ciudadanos en la llamada sociedad civil. Son militantes dormidos de los partidos mezclados o camuflados. Se está formando o conformando peligrosamente una mentalidad belicista, una nueva clase de militancia, agitadores del pueblo antes de usarle como proyectil de la soberanía en las elecciones para justificar cualquier agresión o trasgresión del sistema constitucional.