La Oposición

04/09/2015 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

En principio, la oposición –de la que se hablaba aquí hace un par de semanas- es buena porque supone pluralidad de opiniones, expresadas por vías democráticas y sin violencia. La oposición por consenso es incompatible con las dictaduras, pero también con la demagogia y el populismo, que son la cara negra y oculta de la Política moderna. Pero si para gobernar, en el nivel que sea, los políticos necesitan sentido común y una experiencia mínima, lo que deberían exigirles sus respectivos partidos, para ser oposición también habrían de cumplirse ciertos requisitos para no proponer patochadas en la línea del consejo ácrata: pide lo imposible, que es la mejor forma de ahondar diferencias al encrespar los ánimos en las bancadas. No voy a hacer aquí un capítulo de majaderías y despropósitos de la oposición en sus distintos niveles. Son suficientes las decisiones de los nuevos gobernantes que nos han traído las últimas elecciones en algunas ciudades españolas, precisamente las más importantes, lo que dice muy poco en favor de esos políticos y de sus votantes, a los que deseo más cordura que en sus primeras resoluciones.Viene a cuento aquí una moción de la oposición municipal socialista de Guadalajara proponiendo al alcalde José María Bris, en junio del 2000, la creación de la figura del Defensor del Ciudadano, a imitación del Congreso, para la que debería elegirse a una personalidad independiente y prestigiosa a tiempo completo . y yo opiné que para qué necesitábamos a alguien que nos defendiera del alcalde y concejales como si estuvieran encastillados en la Casa Consistorial olvidándose de quienes los eligieron. Y añadía que para eso estaban los concejales de la oposición, que recibirían con los brazos abiertos a los que les servían en bandeja motivos para criticar a los que gobiernan, además de que el nuevo cargo nos saldría por un ojo de la cara puesto que si queríamos para él “una persona de reconocido prestigio” habría que retribuirle con arreglo a su categoría tomando en consideración el “lucro cesante” por aquello de las incompatibilidades. Y si además necesitaba un administrativo y quizá un ayudante, veríamos en cuanto nos saldría a los vecinos esa progresía de la Oficina del Defensor del Ciudadano cuando por teléfono, por Internet o personalmente todas las vías están abiertas para hacer llegar nuestras quejas. Porque lo que no se podía hacer es elegir para ese cargo a un pelanas por muy independiente que fuera. Naturalmente, la moción fue rechazada.