Día de la Iglesia Diocesana

07/11/2015 - 23:00 Atilano Rodríguez

Los cristianos, en virtud del sacramento del bautismo, somos injertados en la vida de Cristo e incorporados a la Iglesia por la acción del Espíritu Santo. Esto quiere decir que los sacerdotes, religiosos y laicos formamos parte de la única Iglesia de Jesucristo por pura gracia y misericordia de Dios. Para cada bautizado, la pertenencia a la Iglesia universal tiene lugar en una diócesis y, más concretamente, en una parroquia. A la iglesia parroquial, en la que hemos sido bautizados o en la que vivimos, los cristianos acudimos con frecuencia para agradecer a Dios sus dones, para encontrarnos con el Resucitado mediante la celebración de los sacramentos y para expresar la comunión fraterna. Pero, además de participar en las celebraciones litúrgicas y en la oración, en nuestros días muchos bautizados, de acuerdo con las exigencias de su vocación, han descubierto la necesidad de participar activamente en la misión evangelizadora de la parroquia y en las distintas actividades catequéticas, caritativas y sociales que ésta realiza. Por el compromiso misionero y evangelizador de tantos buenos cristianos, hemos de dar gracia a Dios. Pero, no podemos ser conformistas y, por tanto, hemos de seguir impulsando, como prioritario en la acción pastoral, la participación viva, activa y consciente de todos los bautizados, en comunión con sus pastores y con los miembros de la Vida Consagrada. ¡Qué distintas serían nuestras diócesis y nuestras parroquias, si todos los cristianos aportásemos los dones y talentos recibidos de Dios al servicio de la comunidad! En este sentido, el lema elegido este año para el Día de la Iglesia Diocesana nos recuerda a todos los bautizados que formamos parte de una gran familia, de la que no podemos desentendernos. El lema “Una Iglesia y miles de historias gracias a ti” nos invita a tomar conciencia de que la parroquia es mi familia de fe y, por tanto, la historia de esa familia depende de mi colaboración en lo que puedo y en lo que ella necesita, tanto desde el punto de vista espiritual como material. En las visitas pastorales a las parroquias de la diócesis, descubro con profundo gozo el cariño y el interés de todos los feligreses por la restauración y conservación de sus iglesias y ermitas. A pesar de la crisis económica y de la despoblación de muchos pueblos, esta preocupación por mantener y conservar lo recibido de nuestros antepasados expresa la fe y la responsabilidad de todos los feligreses. Para que las parroquias sigan siendo verdaderas comunidades evangelizadoras en el futuro y para que puedan afrontar estas obras de mantenimiento será preciso impulsar un trabajo pastoral abierto a la colaboración con otras parroquias, especialmente con aquellas que tienen menos población y menos recursos económicos. Para ello, es fundamental que todos vivamos con gozo nuestra pertenencia a la Iglesia y que asumamos responsabilidades concretas en la misión que el Señor nos confía a cada uno.