Final de la socialdemocracia

07/11/2015 - 23:00 Jesús Fernández

La democracia cristiana puso en pie el desarrollo económico, social y político de Europa cuando terminó la II Guerra Mundial. Después de largos años y protestas, se pensó que la alternativa verdadera estaba en la socialdemocracia como fórmula intermedia entre un capitalismo insaciable y un marxismo totalitario, enemigo de toda libertad de mercado y propiedad privada. Pero el radicalismo apareció en las formaciones marxistas y el paradigma de los gobiernos y economías del Este de Europa tampoco invitaba a nada. Entonces comenzó a hablarse de la “tercera vía” a partir del conocido libro de Anthony Giddens (1999) con ese mismo título. ¿Qué ha sido de esta alternativa y posibilidad de la democracia? Es verdad que se presentó a una democracia más social, más solidaria, más justa y distribuidora de la riqueza generada, creando así un acceso de las clases medias a todos los beneficios del progreso y desarrollo llegando a lo que se denomina Estado del bienestar. Es cierto que todos coinciden en la necesidad de renovación de la democracia. El ciudadano sólo percibe la renovación de la administración, exigiendo una nueva forma de gestionar los recursos comunes siempre escasos en relación con las necesidades. El socialismo real ha fracasado. El socialismo fracasó por la irrupción de la globalización del mercado, por defensa del individualismo, por la primacía dada a los valores materiales. Se comenzó a distinguir el socialismo de Estado de la economía real o social. Aparecieron los valores postmaterialistas como son la ecología y se incorporaron igualmente los valores morales en la actividad económica y empresarial. La socialdemocracia anticapitalista ha terminado. Ha perdido su identidad y diferencia en un mundo o en una economía, como decimos, universalizada, globalizada, colectivizada. No ha conseguido la reconciliación entre capitalismo y socialismo presentándose como un socialismo (marxismo) de rostro humano. Poco a poco se va quitando la careta y va cediendo o cayendo en los postulados radicales marxistas leninistas del que recibe su aprovisionamiento ideológico y anárquico. Ya no hay espacio para la socialdemocracia. Crisis de identidad, podríamos decir. La socialdemocracia se debate entre un fundamentalismo del Estado al que combate desmontando las estructuras de autoridad y las instituciones claves como la familia, la religión, la moral, la libertad, la iniciativa privada. Con estas contradicciones ha conseguido desprestigiar la política y el alejamiento de los ciudadanos de la misma, insistiendo y ofreciendo sólo derechos sin ninguna obligación. La democracia no es sólo la teoría y legitimación de los derechos humanos sino su coordinación y condicionamiento de todos entre sí.