La violencia

28/11/2015 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

A lo largo de esta semana se han sucedido los actos de sensibilización y de recordatorio respecto a la lacra de la violencia de género que sufren cada día en sus hogares demasiadas mujeres y niños, a la que se suma el maltrato a los mayores y la de los adolescentes a sus progenitores. La violencia doméstica es un execrable delito que se debe combatir con absoluta intolerancia, legislación implacable, Justicia rápida y puesta a disposición de las víctimas de todo tipo de facilidades desde el apoyo psicológico, jurídico y económico hasta casas de acogida o centros de integración, pasando por una eficaz protección cuando existan denuncias previas u órdenes de alejamiento y, por supuesto, con un total respaldo de la sociedad. Hay que vencer el círculo del miedo a la denuncia por las represalias del agresor y las posibles incomprensiones del entorno afectivo así como la pérdida de autoestima que experimenta la mujer, que llega a sentirse causante de las agresiones o vejaciones, cuando la única culpa es de quien las ejerce. La comunidad educativa, los medios de comunicación y todos los que de alguna manera influyen en la opinión pública deben trabajar para formar en la igualdad y el respeto entre las personas animando a dar la voz de alarma cuando un ciudadano sea conocedor de cualquier tipo de abuso o actitud que pueda ser manifestación de esta barbarie.
Debemos condenar y atajar con todos los instrumentos en nuestras manos esta violencia injustificable, como todas, salvo la legítima defensa, contra la mujer, que se lleva ejerciendo desde que hay humanidad, si es que cabe tal calificación para los agresores. Al menos hoy todos estamos de acuerdo en ello y cada vez hay más mecanismos de respuesta y protección. No bajemos la guardia. Hay, igualmente, consenso en la repulsa absoluta al terrorismo. Durante décadas sufrimos el de la banda ETA y en 2004 fuimos sacudidos por el islamista que de nuevo hoy tiene a Europa atemorizada. Es enemigo peligroso porque actúa por la espalda y no se le ve venir. Cabe únicamente confiar en los servicios de inteligencia, las fuerzas de seguridad y la unidad de todos los que creemos en las libertades y la democracia. Se hace imprescindible un pacto de Estado contra la violencia terrorista que sume a todos sin excusas.