La marmota y San Matías

05/02/2016 - 23:00 Antonio Yagüe

La imparable ola de yankización que nos ha llevado a hacer el tonto en la calle el día de los muertos y nos acerca a comer pavo el día de su acción de gracias, nos impone cada dos de febrero estar al tanto de su superstición el día de la marmota. Una tradición de 102 años, que confía la predicción del tiempo a la salida de la guarida de este roedor: si nota el sol con sus sombras al salir, fin del invierno; si no, y se vuelve hacia dentro, falta mucho. Este año no ha visto sombra. Y en España, tampoco ha visto Gobierno. Tiempo para cábalas.
La credulidad llega al punto de que muchos consideran sus cálculos a largo plazo más fiables que los de modernos medios. Sin embargo, las estadísticas cuestionan este registro porque ha fallado 15 de las últimas 28 ocasiones. Más que una escopeta de feria. La última el año pasado.
El ritual, que siempre coincide en el punto medio entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, aventura para este año una llegada inminente de la primavera, algo muy necesario en Nueva York para que vuelva a subir el precio del barril de petróleo, estancado en 30 dólares, y de las rompedoras colecciones de ropa primaverales.
Predecir el tiempo es algo que siempre ha obsesionado sobre todo a los agricultores, porque con frecuencia en ello les va la cosecha y casi la vida. A la dificultad de atinar, por ejemplo, con unas lluvias bienvenidas para sembrar o lo contrario con la siega a punto, atribuyen algunos su ancestral desconfianza en casi todo.
En mi pueblo y gran parte de la zona, los antepasados y contemporáneos de más edad, han confiado más en Santo Matías, último de los doce apóstoles y, por tanto, con mucho más recorrido que el roedor neoyorquino. “Como este cuarenta días”, aventura el refrán. Bastará con fijarse qué ocurre el 24 de febrero antes de guardar tabardos y bufandas. Algunos aseguran que no falla. Incluso, parten y toman como referencia todo el día, de manera que si solo por la mañana el clima es benigno, así será la primera veintena y no tan bueno el resto. Ni el famoso calendario Zaragozano parece tan certero. Ni tan barato.