Sol y nieve

12/03/2016 - 23:00 Luis Monje Ciruelo

No voy a hablar de una estación de esquí, aunque lo pueda parecer por el título, sino del recorrido que hice el pasado sábado por la Serranía del Ocejón y Alto Rey, repetida varias veces porque en cada viaje, aún sin bajarme del coche, encuentro nuevos motivos de comentario. Si con ello contribuyo a aumentar el interés turístico por aquella zona, tendré razones para pensar que algo he hecho para dar a conocer un poco mejor la provincia. Y si quisiera destacar alguna estación de esquí, tendría que hacerlo de La Pinilla, parte de cuyas instalaciones están en Guadalajara aunque el telesilla, que es lo que caracteriza a esas instalaciones se halla en la de Madrid, pero en la ladera del Alto de las Mesas, uno de los “dosmiles” de la comarca. Y si titulo Sol y Nieve es porque, efectivamente, nos acompañaron durante todo el viaje. Al principio, el sol nos daba en el tramo Umbralejo-Galve de Sorbe, con restos de nieve en las cunetas y umbrías, pero sin peligro en la calzada, aunque la temperatura exterior era de -3º. Donde estaba la nieve cayendo era en las cumbres del Ocejón, Pico del Lobo, etc. Y no supe si es que nevaba o si la ventisca de las alturas arremolinaba la nieve caída envolviendo las cimas en una nube de polvo de nieve, si es que vale este oxímoron. Lo que sí comprobé es que los bolsones de orugas procesionarias se han multiplicado. En la explanada de Galve, que será espléndida pradera dentro de un mes, una punta de vacas y algunos caballos pastaban apaciblemente, sin levantar la cabeza aunque pasábamos a dos metros de algunas de las reses. Una vez dejados atrás el Ocejón y el Alto Rey, parecía como si la tormenta de nieve que ocultaba las cumbres y sobre ellas descargaba, nos persiguiera aunque ya habíamos pasado de regreso Hiendelaencina con sus restos de minas abandonadas y su recuerdo de cuando, hace siglo y medio, argentífera, medio, alcanzó fama mundial por el descubrimiento y explotación de su fabulosa riqueza argentífera, que le permitió extraer en su primera época 11.000 carros llenos de plata sólo del llamado “filón rico”. En la presa de Alcorlo, que en el viaje anterior vimos por el revés, no desde el agua, sino Bornova abajo, o sea dando la vuelta por San Andrés del Congosto, algunas pelarcillas de nieve salpicaron el parabrisas, con el sol también en alto, y ya en la Campiña de Humanes y Yunquera, nos pareció que algunos cúmulos descargaban lluvia sobre la capital, descartada totalmente la nieve, que ya está resultando algo insólito en nuestra ciudad.