Los olmos de Milmarcos

28/06/2013 - 00:00 Bienvenido Morales

  
  
   El pasado viernes, leía en Nueva Alcarria ,-como suelo hacer todas las semanas -, La Brújula de Luis Monje Ciruelo. Este artículo trajo a mi mente muchos recuerdos vividos bajo los olmos de Milmarcos. Inmediatamente me puse a revisar mi archivo fotográfico, donde encontré una fotografía, en la que se puede apreciar, si tomamos como referencia la torre de la iglesia, que había dos buenos ejemplares. Yo tuve la suerte de conocerlos y jugar muchas veces bajo su sombra en verano, y ver como al llegar el otoño, sus hojas cubrían toda la plaza con un grueso manto amarillo, que nosotros utilizábamos para hacer grandes montones y divertirnos saltándolos en las horas de recreo.
 
  Los olmos de Milmarcos siempre fueron un referente del pueblo, y me alegra mucho que aún hoy día lo sigan siendo, son como los grandes personajes, que incluso después de muertos, siguen vivos formando parte de la historia; como muy bien indica el maestro en su artículo, todavía continúan grabadas en la pared de la iglesia la fecha que se plantaron. Cuando doy mis paseos y veo sus viejos troncos que fueron arrancados – por motivos de seguridad- y apartados del casco urbano, los contemplo y pienso en las cosas que nos contarían si pudieran hablar, allí se colgaba el judas, se hacían transacciones comerciales los días de feria o mercado, los mozos esperaban a las mozas cuando iban a buscar agua a la fuente, etc. ; esa tristeza que siento por su ausencia, se difumina cuando regreso a la plaza y veo que en su lugar ya crecen dos nuevos olmos inmunes a la grafiosis, y que al parecer, por la pomposidad que llevan, no serán de menor tamaño que sus antecesores.