Gracias mi querida Mari Luz

04/12/2014 - 23:00 Olga del Río Gómez

Mi queridísima Mary, ¡quisiera decirte tantas cosas! Por mucho que busque no voy a encontrar las palabras suficientes para ello. Quiero, ante todo, darte las gracias por haber sido durante tantos años, mi compañera, mi confidente, mi amiga, la persona más maravillosa con la que he podido compartir todos los momentos buenos y malos que a cada uno nos toca sortear en esta vida. Gracias por estar siempre ahí, dispuesta a dejar lo tuyo para ayudarme en todo lo que necesitaba. Aunque hubiéramos vivido juntas cien años, jamás te habría devuelto ni una mínima parte de todo lo que tú me diste. Gracias por haber compartido también tus jornadas laborales conmigo y estoy segura de que el resto de nuestros compañeros te están igualmente agradecidos. Gracias por ser como eras, con ese carácter dulce en el que jamás había un mal gesto, ni una palabra fuera de tono, con la sonrisa siempre en los labios, sonrisa que iluminaba cualquier lugar en el que estuvieras.
Durante tu corta vida fuiste muy afortunada, tuviste un marido y unas hijas maravillosos, te dedicaste a ellos en cuerpo y alma y fuiste recompensada con todo su amor y con las alegrías que te proporcionaron día a día. Gracias por tu entereza en tan terrible enfermedad, con ella has hecho que todos los que te rodeaban pudieran sobrellevarlo también con más fuerza y como dice nuestra amiga Encarna eras digna de toda nuestra admiración por ello. Con tú pérdida ya nada será igual. El hueco que has dejado en nuestras vidas jamás lo podremos llenar. Es tanta la tristeza que siento, que solo me ayuda saber que tú ya no sufres. Como dijo un gran hombre: “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”. Desde luego mi vida sin ti no hubiera sido tan feliz. Siempre te llevaré conmigo en mis pensamientos y en mi corazón. Todo mi inmenso cariño para ti. Descansa en paz.