El sacerdote rural

29/04/2015 - 23:00 Pedro Pérez y Sánchez

El sacerdote rural es un hombre que ha consagrado su vida a Dios y que ha sido ungido y ordenado para celebrar y ofrecer el sacrificio de la Santa Misa. El sacerdote es muy necesario en los pueblos. “Buscad un pueblo que no tenga relación alguna, si lo encontráis estad seguros que no difiere en casi nada de las bestias feroces” Es imprescindible y es nuestro vivir cotidiano espiritual. Se ha personificado en la figura de nuestro Señor Jesucristo hasta el extremo de que ha hecho suyas las palabras del Hijo de Dios: “El que quiera seguirme que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; y quien me sirva, el Padre lo premiará”. Esto lo sabe muy bien el cura rural y así lo entiende entregando su vida y su quehacer diario en beneficio de los vecinos, su entrega al servicio de las personas y la comunidad vecinal, con la actitud derivada del conocimiento de sus propias limitaciones y que les conduce a obrar con humildad, sin orgullo. Los sacerdotes rurales son sembradores de paz y con sus oraciones nos enseñan que la Palabra de Dios nos instruye, nos recuerda que si uno se encierra en los horizontes terrenos de la vida humana no encontrará satisfacción. Que nuestra oración vaya en ayuda y estímulo de estos sacerdotes que viven en el mundo rural. Por tanto, roguemos al Dueño de la mies- que envíe obreros a su viña para que nuestros pueblos tengan y no les falte sacerdotes. “Yo os aseguro que todo cuanto pidáis en la oración creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis”. Ya lo dijo Jesucristo: “Pedid y recibiréis”, con ellos, la justicia y la paz se besan; la justicia y la paz caminan al unísono. Repito, son sembradores de paz, son comunicadores de conocimientos para que sean aprendidos por la comunidad vecinal en orden a las necesidades espirituales divinas; para no olvidar que el temor a Dios es la sabiduría, huir del mal la inteligencia. Viven solos, perfilando ese grandioso lienzo de la salvación, en solitario la mayor parte de ellos y han abandonado a su familia- en el mejor sentido de la palabra- para darse y sacrificarse por los demás. De ahí que se merecen nuestro respeto y veneración por la labor que realizan debemos estar inmensamente agradecidos, nunca tendremos palabras, gestos u homenaje suficiente para agradecerles todo lo que hacen por nuestros pueblos. Así, pues, que los pueblos, municipios que tienen la gran suerte o la dicha de contar con sacerdote, les animo a que se les tribute un merecido homenaje.