El padre en la familia

19/07/2015 - 23:00 Arturo Ramo

La educación en la familia no es tarea de la madre, sino de los dos cónyuges. Además, la familia no puede delegar su responsabilidad en el centro educativo. Los primeros y principales educadores son los padres y han de colaborar de forma positiva con los tutores y profesores del colegio, para tener todos unos objetivos claros y esforzarse para conseguirlos desde la familia y el centro educativo. Cada familia necesita un padre y su papel es muy importante para la educación de los hijos. El padre puede señalar a los pequeños un camino seguro, señalando los ideales y valores en los que formarse para alcanzar un carácter fuerte y seguro. En tiempos pasados, el papel del padre cayó en el autoritarismo y se imponía a los hijos en todos los frentes, negando la felicidad de los chicos y negándoles la emancipación y autonomía personal. El padre era demasiado controlador, anulando a los hijos y sin dejarles crecer como personas. Esta situación histórica, en general, ya no existe. Pero siguiendo la ley del péndulo, hemos pasado de una excesiva rigidez a la desaparición casi completa de la figura paterna en la familia y en la educación de los hijos. Algún autor ha afirmado que estamos en una sociedad sin padres.
La figura del padre está como diluida y ausente. El padre no está presente en la familia, ni apoyando a la esposa en la tarea educativa, ni acompañando a sus hijos en los deberes escolares, ni en sus juegos, ni en sus conversaciones. Está poco tiempo en casa porque dice que tiene mucho trabajo y cuando llega a casa quiere descansar, leer el periódico y ver la tele. No es consciente de que sus hijos lo necesitan para jugar, hablar y perder el tiempo con ellos. Cuando pasen los años y los hijos hayan crecido como huérfanos de padre, puede que tomen decisiones erróneas y contrarias al deseo del padre, pero entonces habrá sido demasiado tarde para cubrir las lagunas pasadas.