Hay Diputación, 201 años después

27/04/2014 - 23:00 Redacción

El viernes, 25 de abril de 2014, nada menos que 201 años después de aquella fecha en que fuera constituida la Diputación Provincial en Anguita, al amparo de la Constitución de 1812 que ponía fin al absolutismo, dividía en provincias a España y consideraba a sus habitantes ciudadanos y no súbditos, tuvo lugar el punto y final a la conmemoración del Bicentenario. Sirvió para distinguir a todos los departamentos de la Institución provincial que durante más de un año se han implicado en una serie de actos que han acercado al ciudadano el sentido de las diputaciones, instrumentos absolutamente imprescindibles en escenarios geográficos definidos por la multiplicidad de pequeños y dispersos núcleos con muy pocos habitantes, pero necesidades de comunicaciones y servicios. También, con una historia que avala el esfuerzo para su supervivencia. Más de medio centenar de actos, principalmente culturales, han rendido además homenaje a sus trabajadores y a sus regidores durante dos siglos. Nueva Alcarria, que ha acompañado los últimos 75 años el devenir de esta administración pública, dedicará este mismo viernes unas páginas especiales a recordar la celebración de la efeméride.
La historia de la Diputación es la propia historia de la provincia a la que está íntimamente unida. Es la administración con mayor sentido de cuantas tienen competencia sobre el suelo provincial, entendiendo que muchas de las pequeñas localidades no pueden tener ayuntamiento propio y sin desmerecer las prestaciones de servicios que puede realizar una mancomunidad. Carece de eficiencia y utilidad que tres o cuatro administraciones tengan competencias, muchas veces duplicadas o mal definidas, sobre un mismo suelo. Por ello es necesaria esa ley de reforma que ha de responder al objetivo de una administración una competencia, racionalizar el uso de los recursos públicos y eliminar el gasto superfluo de un aparato que se ha ido engordando con los años hasta hacerse monstruoso e insostenible y arrastrarnos al déficit generalizado que lastra la economía.