La hora de Europa, la llamada a las urnas

08/05/2014 - 23:00 Redacción

Guadalajara, al igual que el resto del país, ha amanecido este viernes con una especial decoración, a base de cartelería y papelería, que se puede denominar estilo elecciones o democracia. La estética es lo de menos, el valor está en el significado. Los ciudadanos, en esto caso los votantes, o sea los mayores de edad, están llamados de nuevo a elegir a sus representantes políticos y a decidir la forma de hacer las cosas en los próximos años. Es una lástima que el grado de desafección y desencanto con la clase política existente impida ver esta y cualquier otra cita con las urnas como una auténtica fiesta de la participación en los asuntos públicos. Los electores son los que ponen y quitan gobiernos. En nuestra historia democrática, a nivel nacional y local, hemos vivido ya varias alternancias. El sistema de los partidos políticos ha devuelto la libertad que estuviera privada durante décadas y sin embargo los mítines, los debates, los panfletos, la megafonía, la imagen de las siglas y de las caras, se consideran por muchos una pérdida de tiempo y dinero. No es así. Lo que hagan los gobiernos aquí y en Europa es asunto de todos por ser la forma de gestión que hemos elegido y por tener que asumir las consecuencias de las decisiones que se tomen. Europa suena lejana a pesar de vivir en un mundo globalizado, a golpe de tic. Estamos integrados como socios o parte en su engranaje y debemos seguir sus reglas, al tiempo que defender nuestros intereses locales en sus distintos foros. El 25 de mayo se enfrentarán, principalmente, dos formas de entender el mundo, una más conservadora, otra más progresista. Según gire el timón para un lado u otro las cosas irán de distinta manera. Todas las ideas y planteamientos que concurren a las urnas, las de los grandes, pequeños y las de las nuevas formaciones políticas, tienen cabida, merecen ser escuchadas y cada cual vote después a quien quiera. Lo peor es no utilizar esta herramienta de participación aunque la abstención sea, por supuesto, una opción legítima pues el voto es un derecho y no un deber.