La lucha contra la violencia de género

27/11/2014 - 23:00 Redacción

Mientras una sola mujer muera o sufra agresiones a manos de su pareja todos los protocolos de actuación de la lucha contra esa execrable lacra deberán permanecer activos sin caer en ningún momento en la relajación a la que puede inducir una mejoría en las estadísticas de casos de violencia de género o de denuncias interpuestas. Es cierto que en los últimos cinco años las denuncias han bajado un 51% en la provincia y que en el primer semestre de 2014 se han interpuesto alrededor de la mitad de las contabilizadas en el mismo periodo de tiempo del año anterior, pero también lo es, aunque objetivamente sea solo una percepción no demostrable, que la crisis ha servido de freno a la hora de denunciar. Es necesario seguir animando a quienes sufran violencia a confiar en los servicios policiales y judiciales de nuestro país, a buscar la protección. Para ello deben sentir la comprensión, el apoyo y cariño del conjunto de la sociedad. Además de actuar a través de los mecanismos establecidos, incluso endureciendo las leyes, es preciso también trabajar en la prevención, a través de la educación desde la infancia y la adolescencia en el valor de la igualdad y procurando a la mujer un trabajo que le permita disponer de sus propios recursos y de autoestima. Desde el colegio y los institutos, chicos y chicas deben aprender y convivir sabiendo que tienen igualdad de derechos y obligaciones como personas y miembros de una colectividad. Cualquier atisbo de machismo o discriminación debe ser abortado desde las aulas, recriminado por los propios compañeros. Posteriormente, a igualdad de capacidad deben existir las mismas oportunidades para el acceso a cualquier trabajo y en el seno de la casa corresponsabilidad en las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Solo así la sociedad será verdaderamente sana. La lucha debe extenderse a otros penosos casos de violencia como los ejercidos contra menores, por adolescentes contra progenitores o contra ancianos o discapacitados. Cualquier abuso de superioridad merece tolerancia cero con quien lo ejerce.