Confianza en la energía nuclear

27/02/2015 - 23:00 Redacción

Aunque estés acostumbrada a vivir cerca de una central nuclear –Trillo–, a ver las dos torres y el reactor que sobresalen en el paisaje, y sabes que nunca ha pasado nada, cuando hablamos de la energía nuclear, siempre lo hacemos con cautela. En ocasiones, la ausencia de noticias se convierte en una buena noticia, pues un suceso, por pequeño que sea, siempre causa gran alarma de forma inevitable. Ante esto no nos queda más que confiar en los profesionales que cada día hacen posible que la central nuclear produzca esa energía que utilizamos y necesitamos diariamente, y en los constantes controles que realiza el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para que su funcionamiento sea el adecuado. Durante los 26 años que lleva funcionando –casi 27– no se han producido incidentes relevantes. Eso es una garantía, y más aún saber que la nuclear recibió en noviembre la renovación de autorización de explotación hasta 2024, pero no hay que bajar la guardia. La mejora debe ser constante. De ahí, que la planta vaya a acometer durante este año una modernización y siga trabajando en la ejecución de las medidas post-Fukushima, con el fin de estar mejor preparada ante un posible accidente severo o un terremoto. Precisamente, esta semana, la Central Nuclear de Trillo se ha enfrentado al primero seísmo de su historia. Nunca antes se había notado un movimiento en sus instalaciones, y se produjo “ligeramente”, como señaló el director, pero no tuvo incidencia en su funcionamiento. Cumpliendo con la normativa vigente, informó al CSN del suceso y ha sido clasificado como nivel cero. Esto redunda en esa confianza, pues da idea de los estrictos protocolos que deben seguir las instalaciones nucleares. Y a ella no está de más añadir la confianza en aquellos que deben actuar si se produce un accidente. Saber que el pasado mes de noviembre, por primera vez, la Unidad Militar de Emergencias (UME) realizó un curso sobre situaciones de emergencia en centrales nucleares en la planta alcarreña, sin duda, es bueno. Y sería mejor que nunca tuviésemos que recurrir a ellos y que nuestra confianza en la energía nuclear siguiera creciendo.