Seguridad ciudadana

04/10/2015 - 23:00 Redacción

  El viernes se celebró en Guadalajara y Marchamalo la festividad de los Santos Ángeles Custodios, patronos de la Policía Nacional y la Policía Local. Las celebraciones sirvieron para hacer balance de la criminalidad y los datos destacados apuntan a que Guadalajara sigue siendo una ciudad tranquila y segura que está por debajo de la media nacional en la comisión de infracciones penales y que además éstas han descendido en el último año en casi todo tipo de delitos. Las labores de control y prevención resultan claves en la mejoría de las estadísticas, así como los éxitos de la brigada judicial en la detención y puesta a disposición de los jueces de presuntos delincuentes. La eficacia policial se une a la buena coordinación entre los distintos cuerpos de seguridad y se ve potenciada por la colaboración ciudadana dando todo ello como resultado esa reducción en el número de delitos y faltas. En la parte negativa, y el comisario no dejó de mencionarlo en su intervención, la necesidad de contar con una mayor plantilla pues la crisis no ha sido ajena a su merma en los últimos años obligando a los profesionales a redoblar esfuerzos. Hay que felicitar tanto a estos cuerpos policiales como a la Guardia Civil por su labor del día a día que se ve recompensada con estos números, pero advirtiendo que no se debe bajar el marcaje a la delincuencia y siendo conscientes de los problemas que preocupan a los ciudadanos como los robos en el medio rural que han afectado a varias localidades en las últimas semanas generando una sensación de desprotección en los pequeños núcleos de población de una provincia dispersa, las sustracciones en distintas viviendas de la zona centro de la capital o la violencia entre adolescentes. Un político puso sobre la mesa hace poco la posibilidad de utilizar cámaras de seguridad en las vías públicas y le contestaron que era ilegal. Tal vez también hagan falta en las comunidades de vecinos. Lo ilegal se resuelve cambiando la ley. Lo cierto es que hay que buscar alternativas para combatir a los amigos de lo ajeno y de las normas en general. Primero, prevención, después eficacia en la actuación y finalmente castigo desde el ordenamiento jurídico a todo el que lo infrinja alterando la normal convivencia y creando esa inseguridad. Es un tema en el que nunca se debe caer en la autocomplacencia porque delincuentes siempre los ha habido y habrá, está, lamentablemente, en la propia condición humana.