Guadalajara homenajeó a las víctimas del 11-M en un acto de “respeto, justicia y dignidad”

03/03/2011 - 13:13 FCV

El subsecretario de Interior, Justo Zambrana, ha resumido en pocas palabras el significado del solemne acto que se ha celebrado en el centro San José: “Hoy renovamos nuestro compromiso con las víctimas como consecuencia de los atentados del 11-M, y el 3 de abril en Leganés, que es el del conjunto de la sociedad española, siete años después”.
Estas palabras las pronunció después de que todos los asistentes, que abarrotaban el salón de actos, entre los que se encontraban  numerosos alcaldes de la provincia, así como representantes políticos de los ámbitos estatal, autonómico y provincial,  escucharan de pie el himno nacional. Los familiares de ocho de los fallecidos que acudieron para recoger la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo, Nuria Aparicio, María Fernández del Amo, José Gallardo Olmo, Miguel Ángel Prieto Humanes, David Santamaría, Eduardo Sanz, Guillermo Senent y el miembro de los GEO, Francisco Javier Torronteras, tras recoger sus distinciones, escucharon visiblemente emocionados los distintos discursos que pronunciaron, además, el delegado del Gobierno en la región, Máximo Díaz Cano, y el presidente de Castilla-La Mancha José María Barreda. Tampoco faltó el recuerdo a Mohamed Itaiben, imán de la mezquita de Azuqueca, cuyo cadáver fue expatriado a su país de nacimiento.
 Díaz Cano les recordó que se trataba de “un acto de respeto, justicia y dignidad”. A su juicio, “los actos de homenaje tienen un sentido profundo, más allá de lo protocolario y si es a víctimas del terrorismo adquieren aún mayor relevancia”. Parafraseando al humanista Sebastián Castellio aseguró que "matar a un hombre no será nunca defender una doctrina, será siempre matar a un hombre". Para reconocer a las víctimas y sus familiares “es fundamental la reparación y la justicia y el acto de hoy forma parte de esa reparación”.
 El presidente Barreda, en un discurso breve, puesto que, aseguró, lo que quería decir ya lo habían dicho los que le precedieron en los discursos, trasladó a las familias su “cariño, afecto, amor y comprensión de una situación incomprensible por lo irracional y por lo que tiene de azar”. Tras destacar que era su obligación estar donde estaba, propuso a los asistentes “un sonoro silencio”. Todos se pudieron en pie y, tras aguardarlo, un prolongado aplauso puso fin a esta emotiva, pero austera cita con las víctimas del 11-M.